El Espiritu Santo es una persona y plenamente Dios. No una mera fuerza activa.

"Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí." (Juan 15:26)

El Espíritu Santo es llamado "parakletos" (abogado) por el mismo Jesús, título que se aplica también a Cristo en 1 Juan 2:1, y que en griego significa: "uno llamado al lado de otro para ayudarle". Por tanto, el Espíritu Santo es Alguien, y no algo.

"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención." (Efesios 4:30)

Aquí vemos claramente que el Espíritu Santo tiene personalidad. Es una persona. Tiene cualidades de una persona: piensa, razona, habla, oye, se puede resistir (Hch 7:51); se le puede enojar (Isa 63:10); y aquí Dice Pablo que se le puede contristar por la infidelidad de los miembros del cuerpo de Cristo.

"Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios." (Hechos 5:3-4)

Dicen los testigos que el Espíritu Santo no es Dios, sino una "fuerza" como la electricidad, pero Ananías mintió al Espíritu Santo, y no es posible mentir a la electricidad. El Espíritu Santo es una persona; la Biblia describe las características que lo identifican como persona (oye, habla, etc.)

En el versículo 3 Pedro le acusa a Ananías de mentir al Espíritu Santo y en el versículo 4 dice que ha mentido a Dios. La inferencia necesaria que se saca de estos dos versículos es que el Espíritu Santo es Dios.