En esta nueva experiencia, moviéndose sola una mujer mexicana en provincia, a sus 30 y tantos años, en la supervivencia y enfrentando todo tipo de condiciones.
Mi visita a Mérida
Desde la casa de mi hermano tomé el transporte público y me fui al Walmart que está cerca de la Sesenta avenida, y compré galletas para mitigar el hambre en el camino y compre también una botella de agua, acto siguiente tome un autobús a Chetumal, y pude ver que en el camino, pasaba por Cobá, (yo había ido a Chetumal porque tenía que preguntar informes para trabajar en la policía local publica, me dieron una serie de requisitos, como comprobante de domicilio, comprobante de estudios, entre otros demás requisitos).
Recuerdo que me baje del autobús y me tape el rostro con una tela de color blanco que llevaba, camine hacia donde estaban los taxis y aborde un taxi, el taxi me cobro $5.00 pesos mexicanos por llevarme a la dirección que decía aquel pedazo de periódico que había recortado del periódico, acto seguido vi que casi no había gente en la oficina, pedí los requisitos que se necesitaba para aplicar en la selección de personal, y me marché del lugar, camine hacia el banco Santander pedí mi comprobante de la cuenta bancaria y caminé luego hacia un malecón, ahí tome el sol por un rato, y a las 5 de la tarde vi pasar una rondalla de carnaval que iban en carros alegóricos, y otros iban caminando disfrazados, recuerdo que al poco rato tome un autobús de regreso a Progreso.
Recuerdo que también había pasado a un banco Bansefi para preguntar sobre un comprobante bancario, y si me lo pudieron otorgar, el chico que me atendió fue muy amable conmigo, charlamos y me proporcionó su número de celular, nos hicimos amigos y yo cada vez que podía le escribía a Anselmo y otras veces le llamaba por teléfono; ese día había regresado a playa como a las 10 de la noche, pedí un taxi, me senté en el asiento de atrás y el taxista me pidió que me sentara en el asiento de adelante, (al poco tiempo subieron unos turistas y se sentaron en el asiento de atrás en lo que yo me instale en el asiento de adelante), así como copiloto, el taxista me tocó las piernas con su mano derecha, yo me quede callada y no dije nada, acto seguido llegando casi a la casa de mi hermano, le pedí al taxista que me dejará un poco antes de llegar a la esquina, y eso porque no quería que el taxista supiera en donde vivía.
El taxista se marchó y yo me sentí asqueada de su manoseo en mis piernas, no lo podía creer, ese maldito había tomado confianza y eso que no cruce muchas palabras con él, ni siquiera le inicie una conversación. Lamentablemente esto no se lo pude contar a alguien, pues en mi casa me regañarían de que, porque lo permití, de haberme dejado. Pero como contestarles, que no fue así como la culpa no fue mía y que había sido de la falda corta que vestía .