Y mala suerte! Llegó la madre del cordero y borró el pecado original del Edén con frutas y pasta dentífrica caducada enriquecida con coronavirus, cosa que no estuvo bien vista por los jueces y partes dispensadoras de condones peludos que están regalando encasquetándolos a morro a todo el personal del 'Opus Dei', mismos que cantaron el 'Cara al sol' facha llevaban puesta en su faltriquera porritos con sabor a tocinito de cielo, el de pavo gusto a conejo, con plumas erizadas prestas a volar, remojadas en sirope y jugo de calcetín recién sudado, sí, el perdido en el Arca que fabricó mi Ángel custodio borrachín y maltrecho por Quasimodo 'Torre de Marfil' enajenado con lo que ni el loquero pudo amarrarle sus ideas que chorreaba como gotera en ojos de sufriente camello en celos.
Conteniéndose con fuerza de echarse un impertinente cuesco delator que no logró hacer salpicar agua corriente ni bendita de la fatamorgana que recién adquirí en el Sáhara, se disparó la imagen en Barcelona y en México, luego en Pernambuco:
Una imagen imborrable. Conocida por todos los hippies drogados, por utópicos 'marxistas/leninistas' los bien llamados: demócratas de siempre con toques de la venenosa abeja en la oreja. En la marea flotaba un botellón de gasolina barata para cócteles 'molotov', con chicle pegado, petit bouches aceitosos promoción afeites 'Las Huríes', delicatessen de rechupete...
Todo eso flotaba. ¡Pero qué asco! Fue aún peor. Comenzó a fluir. Bajo las estrellas de cine pornográfico, el del abuelo