Las cosas que tiene todo ser humano las ha recibido. Cualquier poder u autoridad que tenga una persona, como mismo se le dió, así mismo se le quita. Nadie puede controlar su propia vida. Ningún humano es un dios, ningún humano es un superhéroe ni tiene superpoderes.
Jesucristo no alardeaba de las cosas que podía hacer. Nunca hizo creer que sus obras se debían a que tenía superpoderes, sino que había recibido la fuerza poderosa de su Padre que le permitía hacer aquellas cosas, como cuando resucitó a Lázaro:
Juan 11:38 Jesús, después de conmoverse otra vez en su interior, fue a la tumba. En realidad era una cueva, y había una piedra tapando la entrada. 39 Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Pero Marta, la hermana del difunto, le dijo: “Señor, ya debe oler mal, porque han pasado cuatro días”. 40 Jesús le preguntó: “¿No te dije que si creías podrías ver la gloria de Dios?”. 41 Así que quitaron la piedra. Entonces Jesús levantó la mirada al cielo y dijo: “Padre, te doy las gracias por haberme escuchado. 42 Yo sé que tú siempre me escuchas, pero lo digo por la multitud que me rodea, para que crean que tú me enviaste”. 43 Y, después de decir esto, gritó con fuerza: “¡Lázaro, sal!”. 44 El que había estado muerto salió. Tenía los pies y las manos atados con vendas y la cara envuelta con una tela. Jesús les dijo: “Quítenle las vendas y dejen que se vaya”.
2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
... 12:10 Muchos se limpiarán y se emblanquecerán y serán refinados. Y los inicuos ciertamente actuarán inicuamente, y absolutamente ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán.