Cita Iniciado por doonga Ver Mensaje
Ahora, respecto al título:



La ciencia no prohibe demostrar a Dios.
Pero la ciencia no puede hacerlo: no es posible demostrar la existencia de Dios, ni científica ni racionalmente.

Al menos, Kant así lo demostró.

¿Acaso el tal Kant fue científico? Para nada...

De todos modos, demostrar en Ciencia no significa evidencia directa, signiifica eso, DEMOSTRAR EN EL PLANO CIENTÍFICO. En ciencia no se demuestra, salvo excepciones como en algunos básicos experimentos de mecánica clásica, que 1+1=2. Casi en nada de la cada vez más compleja división de las ramas cientificas 1+1 es igual a 2.

Es tan válida la demostración de la existencia de un átomo, de su comportamiento cuántico, de los procesos internos que progresivamente se va hipotetitizando como la existencia de una Conciencia base de todo.

No es una posición diferente la de aquellos cientificos que concluyen que debe existir algo a lo que es consciente de si mismo y que gobierna este Universo a cualquier otra conclusión cientifica compleja, es la misma.

Nadie vio ni va a poder jamás ver un átomo, como te expliqué, pero eso no quita que TODO lo que vamos comprendiendo de física, química, biología, nos da a entender que el modelo teórico del átomo tiene una fuerza difícil de ser rebatida. Así es demostrar en la casi totalidad del mundo de la ciencia.



Volviendo al interesantísmo libro de Pedrero, que recién estos últimos dias comencé a leerlo:


https://www.planetadelibros.com/libr...ios_existe.pdf


"Hoyle no sólo consideraba imposible la formación del cosmos sin la acción de alguna clase de Inteligencia Creadora, sino también el surgimiento de la vida en nuestro planeta: «La posibilidad de que los aminoácidos de una célula humana se puedan unir al azar es matemáticamente absurda. La falta de credibilidad de la casualidad es matemáticamente demostrable con esta analogía: ¿Cuáles son las probabilidades de que un tornado pase por un montón de basura que incluya todas las partes de un avión, y provoque que accidentalmente se junten y formen un avión listo para despegar? […] La vida no puede haberse creado por casualidad. Hay una Inteligencia coexistente con el universo, y esa Inteligencia y el universo se necesitan mutuamente.» Volveremos sobre la cuestión del origen de la vida en la Tierra más adelante, así que mejor no adelantar acontecimientos…

Estas imposibles coincidencias y otras muchas que no vamos a presentar para no aburrir al lector apuntan, desde mi punto de vista, a alguna clase de Inteligencia Cósmica que habría diseñado unas determinadas leyes de la naturaleza que habrían posibilitado el surgimiento de la materia y la vida. Es lo que en el ámbito científico se ha dado en bautizar como principio antrópico, muy discutido entre físicos, químicos, astrónomos, biólogos y filósofos de la ciencia. En resumen, viene a defender que el universo estaba proyectado antes de su nacimiento para que en el mismo se desarrollaran entidades biológicas, puesto que las constantes
del universo eran las adecuadas para el designio de la vida. El principio antrópico no parte del origen del cosmos para comprender la aparición de la vida (y más concretamente de los seres humanos), sino al contrario: comienza a tirar del ovillo a partir de los seres pensantes para comprender las reglas del universo.

La expresión «principio antrópico» fue enunciada en 1974 por Brandon Carter, un astrofísico de la Universidad de Cambridge que buscaba denodadamente criterios para elaborar modelos cosmológicos. Carter concluyó que las condiciones que rigen el universo deben ser las adecuadas para permitir la vida inteligente, pues si no fuera así, ¿quiénes observarían el universo? Desde este prisma, la mera existencia de los seres humanos puede explicar el porqué del nacimiento del cosmos.

En realidad, este principio antrópico débil ya había sido empleado en 1961 por Robert Dicke, astrofísico de la Universidad de Princeton, aunque no lo bautizó de ningún modo. Dicke se preguntó por qué el universo tiene unos 15.000 millones de años. La respuesta lógica sería que eso es fruto de la casualidad, pero nuestro protagonista se dio cuenta de que esa respuesta no tenía
sentido a pesar de que la mayoría de los científicos la daban por válida. Dicke razonó de otra manera, considerando que el universo debe tener la edad necesaria para haber generado los elementos más pesados que el hidrógeno, como el calcio, el hierro y el carbono, elementos imprescindibles para el surgimiento de la vida y, por lo tanto, también de los seres humanos, los únicos que podemos pensar sobre el universo, si excluimos la existencia de seres extraterrestres inteligentes.

Para que dichos elementos den lugar a la materia se necesita que transcurran varios miles de millones de años, de modo que la
edad del universo no puede ser menor. Pero si fuera mucho más viejo, casi todas las estrellas habrían terminado su ciclo vital, colapsando en enanas blancas, estrellas de neutrones o agujeros negros, y acabando así con cualquier atisbo de vida. Los cálculos de Dicke le llevaron a concluir que el valor de la edad del universo no es fruto del azar, sino una condición necesaria para la existencia de los seres humanos. Desde este prisma, la realidad de los seres humanos es la principal condición necesaria para que el universo sea tal como es."