Yo los refrescaré (Mat. 11:28).

Jesús añadió: “Tomen sobre sí mi yugo
[...]. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera” (Mat. 11:29, 30).
¡Qué ciertas son estas palabras! A veces, estamos agotados
cuando vamos a las reuniones y a predicar.
Pero ¿verdad que cuando regresamos a casa
nos sentimos con más fuerzas y mejor preparados
para soportar los problemas?
No hay duda de que el yugo de Jesús es suave, fácil de llevar.
Veamos el caso de una hermana que padece síndrome de fatiga crónica,
depresión y migrañas.
Es comprensible que en su situación
a veces le cueste ir a las reuniones.
Pero, cierto día, después de esforzarse por ir a la Reunión Pública,
escribió: “El discurso hablaba del desánimo.
El orador presentó la información con tanta empatía
y delicadeza que se me saltaron las lágrimas.
Me di cuenta de que donde debo estar es en las reuniones”.
Esta hermana se alegró muchísimo
de haber hecho el esfuerzo de asistir.

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