Si observamos al reino vegetal, al reino animal y al hombre, todos ellos seres vivientes, por fuerza tenemos que asumir lo maravillosa que es la vida.

Se desconoce de donde procede, o cómo fue su comienzo. Fuese como fuese, la vida comenzó con un “plan de continuidad”. Ella misma se autogenera.

Todos los seres vivientes están dotados de aparato reproductor, de forma que un ser puede dar vida a otro ser.
No podemos negar que los dos placeres más fuertes en nosotros son el comer y el sexo; con lo cual la reproducción ya no es una orden (que el hombre podría incumplir), sino una necesidad.

El comer es necesario para subsistir, y el sexo necesario para reproducirse. En los animales sucede lo mismo.
En el reino vegetal, hay otro sistema.

Un rayo cae sobre un árbol y origina una hoguera (artimaña que solo conoce el hombre). Esa hoguera, después de quemar lo que hay a su alrededor combustible, se apaga.

La vida pudo originarse fortuitamente; porque en una charca hubo una acumulación aleatoria de componentes idóneos para sus comienzos. Si hizo falta una energía, también coincidió que hubo una tormenta.
Ignoro cual es la expresión mínima de la vida; me suena el nombre de célula.

Prosigamos. En una charca, llena de componentes todos idóneos para la vida, cae un rayo y aparece una célula viviente.
¿Por qué a esa célula no le pasa lo que a la hoguera mencionada anteriormente?

¿Por qué esa célula invade toda la tierra, haciendo que aparezcan plantas, animales y el hombre?