La palabra Dios es para mí nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, pero aún primitivas, leyendas que de cualquier manera son bastante infantiles.
No hay interpretación, sin importar cuán sutil, que pueda cambiar esto para mí.
Para mí la religión judía, como todas las demás religiones, es una encarnación de la superstición más infantil.
Y la gente judía, a la que orgullosamente pertenezco, y a los cuales tengo una profunda afinidad con lo que pienso, no tienen ninguna cualidad diferente para mí que todas las demás personas.
En lo que refiere a mi experiencia, tampoco son mejores que cualquier otro grupo humano, no obstante que están protegidos del peor de los cánceres por una falta de poder.
De otra manera, no veo nada “elegido” sobre ellos.