Dicen que nunca han hecho profecías, pese a que han querido vaticinar la venida de Cristo y el fin, con todo y fecha desde que comenzaron a existir.
No fueron profecías, afirman, y nos cuentan que nunca se quisieron colocar en el papel de un profeta que verdaderamente profetiza. Sino que son un Atalaya que advierte del peligro que miran venir desde lejos. Para que el mundo sepa resguardarse.
Se ven como Noé advirtiendo del diluvio.
Aunque un Noé al que le han fallado varias veces las predicciones de lluvia.
Se piensan como un profeta no inspirado con un libro sagrado bajo el brazo, que creen que pueden leer mejor que nadie y que por eso consiguen ser los hombres sobre la torre del vigía.
Y advierten a sus miembros y al mundo sobre muchos peligros.
Para dar un ejemplo de cuales, podemos recordar su advertencia sobre los peligros de la educación superior:
¡Qué bueno es contar con este tipo de atalaya!
El Profeta no inspirado, de un dios mudo e incapaz de manifestarse y hacer milagros, copia fiel del que denunciaba el auténtico Elías.