A lo largo de los últimos aportes trato de reflejar los cambios de mentalidad, que se van produciendo en la Alta Edad Media. Son producidos por un nuevo modelo de vida, que entre otros factores tiene origen A en la vuelta a la ciudad. La Baja Edad Media debido a las invasiones bárbaras conoce un eclipse de las urbes y la etapa feudal continua esa trayectoria. Es con el resurgir de las ciudades, que cobra carácter la idea de municipio y comienza a despuntar la burguesía en su etapa prerrenacentista. La creación de la Universidad es otro motor del cambio.
Hemos asistido a conflictos sociales que se producen tanto en el campo como en la urbe. Nacen de un descontento contra los dirigentes, entre los que se encuentran el alto clero. Unas veces de forma organizada como fueron los Cataros y otra en forma de estallidos puntuales, como el de Cola de Rienzo. A partir del nacimiento de la Universidad se agrava el problema. La Teología va siendo desbancada por la Filosofía. Si a esto le añadimos el despuntar de las nacionalidades y los intereses económicos dará por resultado el que estamos en el umbral de la Edad Moderna.
La “idea de municipio” que apunto al inicio supone lo que hoy es “Ayuntamiento”. Quizás no con las libertades actuales y que tienen por origen el voto, tal como lo conocemos ahora. Estamos en los inicios y el sistema señorial tiene aún mucha fuerza. Han sido sus excesos los que dan lugar a los conflictos sociales y que han de pasar por la criba de la la Universidad y de los destacados personajes que rigen las naciones.
John Wiclif, del que en anterior aporte he dado algunos datos es hombre que procede de la Universidad. Protegido por Juan de Gante, duque de Lancaster entra en la Corte. Su condicion de sacerdote es la ideal para ser mediador entre el estado ingles y la Santa Sede. En el año 1378 escribe su “De Ecclesia” en la que expone su teoría eclesiológica. Niega la Transubtanciación y ofende a las ordenes mendicantes, a las que trata de lacra. No le da validez a los sacramentos dados por sacerdotes indignos y tampoco le da utilidad alguna a la confesión. Aunque sus principales ideas las expone en sus obras “De Dominio Divino” y “DE civili Dominio”.
Entendiendo por “dominio” la relación de superioridad que una naturaleza razonable mantiene con los objetos que pone a su servicio, Wiclif nos dice que “Dios es el único señor o dominus, que posee en forma plena e inmediata el dominio. Lo que no significa que dominio sea igual a propiedad: Dios domina de manera perfecta y la propiedad supondría una imperfección. El hombre al pecar destroza el estado de gracia que los hombres elegidos se encontraban junto a Dios. A partir de ahí se introduce en el mundo el dominio civil y la propiedad privada.
El dominio de la servidumbre, que se introduce como la propiedad, tras el pecado y por la dificultad del hombre para la convivencia no tendria lugar en una sociedad civil regida por el Evangelio. Por consecuencia todos los méritos le vienen al hombre de Dios, dados por ese dominio, luego la salvación no la merece por si mismo.
Quizás esta perorata se entienda mejor en el contexto en que se formó: El dinero que Inglaterra había de entregarle al papa para el sostenimiento de la Iglesia. Maxime en una epoca dominada por el Cisma. A Wiclif se le excomulgo e intentaron llevarlo a la hoguera. No pudieron debido a su alto cargo y la protección que se le brindo.
En aporte anterior diserte de Duns Scoto. Ahora lo hare de su discípulo Guillermo de Occam. Nace en 1285 y muere en 1349. Supone un punto de inflexión en la Escolástica. En Tomas de Aquino la fe predomina sobre la razón. Aristóteles discípulo del idealista Platón sigue distinto camino del maestro. Aprehende la realidad y es empírico. Occam que se considera aristótelico rompe con lo griego y la Escolástica seguida hasta ahora. Hace que la Teología rompa con la Filosofía y preconiza la separación de la Iglesia y el Estado. Es preciso una depuración y que esa Iglesia sufra una reforma estilo franciscano (contexto Francisco de Assis). El papa es un moderador en el terreno espiritual. Esta al servicio de la Comunidad y su poder no es dominativo. Solo la Comunidad de Fieles es infalible.
A esta concepción laica de la Comunidad le otorga cierto aire altruista al pronunciarse por defender menos los intereses imperiales y garantizar en cambio la espiritualidad de esa Comunidad.
Anterior fue Marsilo de Padua (1270/ 1342). En la Facultad de Teologia de la Universidad de la Sorbona, en París escribe en el año 1324 “El Defensor de la Paz”. Su deseo es hacer una concordancia entre las leyes divinas y humanas. Quiere hacerlo mediante lo que hoy llamaríamos “vía democrática”. Lo que le acarreo la excomunión.
Nos dice que ningún mortal puede dispensar de los preceptos o prohibiciones divinas (Lógico se piense en el papa y en actos de arrogarse autoridad divina) o de la ley evangélica, no prohibir lo permitido obligando a culpa o pena , tanto en la vida presente como en la futura: Tan solo puede hacerlo el Concilio General o el legislador humano fiel (representante. Especie de diputado) y ningún otro colegio parcial o persona singular de cualquier condición que sea.
El legislador humano (distingue entre legislación divina y humana) debe contar con la asquiescencia de todos los ciudadanos o de la parte de mayor valía (voto calidad)
Las Decretales o decretos de los pontífices (Incluye Patriarcas) establecidos en comun o separadamente sin el consentimiento del legislador humano o del Concilio General, a nadie obligan bajo pena o suplicio temporal ni espiritual.
Añade ademas que “el principado o jurisdicción coactiva sobre cualquier clérigo o laico, aunque sea hereje no lo posee el obispo el sacerdote. Como colofón: “Todos los obispos poseen igual autoridad inmediata por Cristo y según la ley divina no cabe el convencimiento de que en lo espiritual o en lo material, alguno este por encima o por debajo de los demás.
Y para que no exista la mínima duda: “Canonizar o adorar a algun santo, tan solo debe establecerlo y ordenarlo el ”Concilio General”.
Todo lo escrito hay que conceptuarlo en la epoca en que nos situamos: Simonía, antipapas, guerras, peste y hambres