Autenticidad del relato del éxodo.
Una objeción que se presenta al relato del éxodo es que los faraones de Egipto no registraron el suceso. Sin embargo, esto no debe extrañar, pues dirigentes de tiempos modernos han registrado solo sus victorias y no sus derrotas, y han intentado encubrir cualquier suceso histórico que perjudicara su imagen personal o nacionalista, o la ideología que tratan de inculcar en su pueblo. Incluso en tiempos recientes los gobernantes han procurado obliterar las obras y logros de sus predecesores. En las inscripciones egipcias, cualquier asunto desagradable o embarazoso para la nación o no se incluía o se borraba tan pronto como era posible. Tutmosis III, por ejemplo, borró el nombre y representación de su antecesora, la reina Hasepsut, de un registro monumental en piedra descubierto en Deir al-Bahari (Egipto). (Véase
Archaeology and Bible History, de J. P. Free, 1964, pág. 98 y la fotografía de la pág. 93.)
El sacerdote egipcio Manetón, que debía odiar a los judíos, escribió en griego sobre el año 280 a. E.C. Según el historiador judío Josefo, Manetón (Maneto) dijo que los progenitores de los judíos “llegaron a Egipto en muchas decenas de miles y que sometieron a sus habitantes”, y a continuación Josefo escribe que Manetón “reconoce que posteriormente salieron de aquella región y ocuparon la zona que ahora se denomina Judea, y luego de edificar Jerusalén levantaron el Templo”.
(Contra Apión, libro I, sec. 26.)
Aunque en general el relato de Manetón es muy poco fiel a los hechos históricos, lo significativo es que diga que los judíos estuvieron en Egipto y que salieron de allí, y que en otros escritos, según Josefo, identifique a Moisés con Osarsif, un sacerdote egipcio, indicando, aunque los monumentos egipcios no lo registren, que los judíos
estuvieron en Egipto y que
Moisés fue su caudillo. Josefo habla de otro historiador egipcio, Jairemón, que comenta que José y Moisés salieron de Egipto al mismo tiempo; Josefo también se refiere a una historia similar contada por Lisímaco.
(Contra Apión, libro I, secs. 26, 32, 33, 34.)