Mostraré una actitud de espera por el Dios de mi salvación (Miq. 7:7).

Nuestra situación hoy se parece a la del profeta Miqueas. Él vivió en los días del malvado rey Acaz. En ese tiempo, había todo tipo de corrupción y la gente se había vuelto experta en hacer “lo que es malo” (Miq. 7:1-3). Miqueas sabía que no podía cambiar la situación. Si nuestra fe es como la de Miqueas, estaremos dispuestos a esperar de buena gana a que Jehová actúe. ¿Por qué? Para entenderlo, imaginemos a un prisionero que está esperando el día de su ejecución. Aunque no quiere que llegue ese día, no tiene más remedio que esperar. Nuestra situación es muy diferente. Como sabemos que Jehová cumplirá su promesa de darnos vida eterna y que lo hará en el momento perfecto, esperamos con gusto a que él actúe. Seguimos este consejo: “Aguanten plenamente y sean sufridos con gozo” (Col. 1:11, 12). A Jehová le ofendería que esperáramos de mala gana y nos quejáramos de que se está tardando demasiado (Col. 3:12). w17.08 4 párrs. 6, 7

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