Cita Iniciado por Zkaldufan-Dao-Tenebresse Ver Mensaje
". Y en ese sentido, sus frutos (falta de lógica argumental en sus palabras) son perfectamente reconocibles (Mateo 7:20).
Compañero querido:

La lógica argumental en las palabras es algo valioso y deseable, pero no son los frutos de los que habla la Biblia.

Nuestra lógica argumental es muy pero muy flaca. Me refiero a la tuya, a la mía y quizá a la de la mayoría de los foristas.

Pero los frutos que hacen reconocible si algo viene de Dios o no, son las obras buenas. No la lógica argumental.

Te invito a hacer el siguiente experimento:

1. Por favor ve a tu Concordancia de la Biblia y checa todas las veces que se usa la metáfora de los frutos.

2. Substituye la palabra "frutos" por "buenas obras" o simplemente "obras". Checa si te hace sentido o no.

3. Ahora substituye la palabra "frutos" por "lógica argumental". Checa si te hace sentido o no.

Hagamos juntos el ejercicio solo con un ejemplo. Tomemos, digamos, Santiago 3:17:
"Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía."

Si substuimos "frutos" por obras, suena:
"Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenas obras, sin incertidumbre ni hipocresía."

En cambio, si substituyéramos "frutos" por "lógica argumental", sonaría:
"Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de lógica argumental, sin incertidumbre ni hipocresía."

El ejercicio es importante porque es la CONGRUENCIA entre lo que decimos en el Foro y lo que practicamos en la vida diaria (es decir, "los frutos") lo que demuestra si tales palabras son de Dios o son pura hipocresía.

Y a través de este Foro es IMPOSIBLE conocer la congruencia moral de los foristas, a menos que estos agredan a otro con sus palabras. Lo único que podemos hacer es APOSTAR a que los foristas nos conducimos más o menos en apego a los ideales virtuosos en los que decimos creer, tales como el amor a Dios y al prójimo.