Cita Iniciado por KIMO Ver Mensaje
agnostico

Usted cree en tres, a los tres lo llamas Dios..
Dios padre UNO-
Dios hijo Dos
Dios espíritu santo TRES

¿En cuantos Dioses crees???
por eso si empiezan torcidos, todos los demás argumentos siguen esa
linea.
Pobrecito discípulo de Russell, tanto que se te ha explicado esta doctrina y sigues aferrado a lo que tus adoctrinadores te enseñaron.-
Voy a tratar de explicártelo con palitos y bolitas, como a los niñitos de jardín de niños, pon atención:

Nosotros creemos en UN SOLO DIOS VERDADERO, no creemos que existan ni dioses grandes, ni dioses pequeños.

Ahora, voy a tratar de que entiendas para nosotros que es LA DEIDAD

Ante la cerrazón de ustedes, vamos a entrar desde la base ¿quién es Dios? hemos tratado de dar respuesta con la Biblia en la mano: Es Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Tenemos que abordar ahora la cuestión que no puede venir más que en segundo lugar:

¿Cómo es Dios? Aquí es que deberemos mencionar lo que se denominan los atributos de Dios, esto es, los caracteres por los que se distingue de Sus criaturas (con la finalidad de localizar si Jesucristo los tiene).

La Biblia no da una lista de Sus atributos como tal, sino que los muestra en actividad, de una manera concreta, en la historia de la revelación.

De pasada se puede constatar que se aplican indiferentemente a las tres Personas divinas.
(A) Dios es eterno. Esto no significa sólo que Dios haya existido siempre, y que siempre existirá (Sal. 90:2; Jn. 1:1; He. 9:14). Quiere decir además que nuestras nociones del tiempo no le son aplicables (2 P. 3:8). Por otra parte, no debiéramos por ello llegar a la conclusión de que el tiempo sea algo irreal o carente de importancia. Nuestros tiempos están en Sus manos, y es a través del curso de los años que Él manifiesta Su obra (Sal. 31:16; Hab. 3:2).

Dios permanece invariable (Sal. 102:28; He. 13:8); pero la creación y la redención consumadas en el tiempo dan un resultado que cuenta para la eternidad.

(B) Dios es omnisciente. (Sal. 139:2-4; Jn. 16:30; 1 Co. 2:10). En virtud de Su eternidad, conoce el porvenir lo mismo que el pasado (Sal. 139:16). Cuando leemos, p. ej., que Dios conoce el camino de los justos (Sal. 1:6; 1 Co. 8:3), ello implica que viene a tener conocimiento de Su criatura, y que la admite a Su comunión. Cuando se afirma que Él contempla los hechos culpables de los pecadores (Is. 59:15, 16; Lm. 3:36), ello implica que intervendrá para castigarlos.

(C) Dios es omnipresente. (Sal. 139:7-10; Mt. 18:20; 28:20), pero no en un sentido panteísta, como si no pudiera distinguirse de Su creación. Por una parte, Dios no se halla limitado a Su universo. Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerle (1 R. 8:27). Por otra parte, Sus criaturas no constituyen parte de la divinidad, sino seres distintos que Dios ha creado ante Él. La omnipresencia del Creador hace que no podamos jamás hallarnos lejos de Él (Hch. 17:28). Personas extraviadas han llegado a creer que a semejanza de las divinidades paganas, Dios ejercía Su jurisdicción sobre un territorio limitado (Jer. 23:23; Jon. 1:3). Pero la historia de Jonás muestra precisamente lo real que es la omnipresencia de Dios.

(D) Dios es todopoderoso. (Mt. 19:26; 28:18; Ap. 1:8). Su omnipotencia no es sólo algo virtual, sino que es eficaz (Sal. 115:3). No debemos llegar a la conclusión de que todo lo que sucede resulta directamente de su acción. Él deja a sus criaturas una responsabilidad real. No es en absoluto el autor del pecado (Hab. 1:13; Stg. 1:13), por bien que sea el hacedor del infortunio (Am. 3:6). En Su soberanía, controla el poder de los malvados y del mismo diablo (Jb. 1- 2) y puede también sacar bien del mal (Gn. 50:20). Este hecho aparece particularmente en la cruz, que representa el crimen humano por excelencia, así como la obra maestra de Satanás, y que al mismo tiempo constituye el cumplimiento de la parte fundamental del plan de Dios (Hch. 2:23; 4:27, 28).

(E) Dios es espíritu.

(Jn. 4:24). Esto no le impide manifestarse bajo una forma visible o sensible (teofanías: Gn. 18:1, 2; Éx. 3:2; Jue. 6:11, 12; 1 R. 19:12; Is. 6:1). Pero la misma diversidad de las formas bajo las que apareció nos revela que ninguna de ellas es esencial. En el Sinaí, los israelitas no vieron ninguna figura (Dt. 4:15). De la misma manera sucede con las expresiones antropomórficas que hallamos especialmente en las primeras páginas de la Biblia y en los libros poéticos, que deben tomarse como lo que son: figuras de lenguaje que se acomodan a nuestro vocabulario, y que nos ayudan a comprender de manera más exacta cómo es Dios. Mediante la Encarnación, Dios nos dio en Su Hijo una imagen a la vez perfecta y concreta de Sí mismo (Jn. 1:14, 18; Col. 1:16). (F) y (G) Dios es misericordioso y justo. (Sal. 33:4, 5; 103:6-8; 145:17; He. 2:17; 1 Jn. 2:1). Estos dos atributos son mencionados juntos en muchas ocasiones en las Escrituras, y no sin razón, ya que se complementan el uno al otro. Sin misericordia, la justicia sería implacable, y todos los hombres estarían perdidos; sin justicia, la misericordia sería una indulgencia culpable hacia el pecado, y el universo se hundiría en la anarquía. En Su misericordia, Dios ha tenido compasión del pecador, pero en Su justicia solamente le salva quitando de sobre él sus pecados. La importancia de estos dos atributos aparece de manera particular en el texto de Éx. 34:4, 6, donde Dios mismo los menciona, al proclamar cómo Él es. Hallan su expresión suprema en la cruz. El Señor quiere comunicarlos a aquellos que son Suyos(Lc. 6:36; 1 Jn. 3:7).





No te desesperes, mañana continuamos.....