Lo más hermoso que podemos experimentar es el misterio.

Es la fuente de todo arte y toda ciencia de verdad.

Aquel para quien esta emoción es desconocida, aquel que ya es incapaz de detenerse para maravillarse y sentirse transportado por un sentimiento reverente, vale tanto como un muerto: sus ojos están cerrados.

Esta vislumbre del misterio de la vida, bien que unida al temor, ha dado también origen a la religión.

El saber que lo que es impenetrable para nosotros realmente existe, manifestándose como la más alta sabiduría y la más radiante belleza, que nuestros torpes sentidos sólo pueden captar en sus formas más primitivas: este conocimiento, este sentimiento, está en el centro de la verdadera religiosidad.


En este sentido, y sólo en este sentido, pertenezco a las filas de los hombres devotamente religiosos”.

“El mundo como yo lo veo”, Albert Einstein