Hoy ha sido mi primer encuentro con Juan Diaz, capellán de la expedición y su cronista. Acompaña a Juan de Grijalba, designado por el Adelantado, Diego de Velázquez, como máxima autoridad de la expedición. Pedro Alvarado, Francisco Montejo y Alonso Dávila son los segundos capitanes. El experimentado nauta Antón de Alaminos, piloto mayor.
Salvo la aparición de la ESTRELLA FUGAZ y sus danzas profusas en colorido, que a no ser por su huella dejada en el dorso de mi mano derecha achacaría a maléfico sueño, la travesía es llevadera. Cumplo con mis deberes de buen marino y trato de ocultar las experiencias vividas y el que se leer y escribir. Nadie tiene por que saber de mi condición de morisco, ni lo que encierra mi abrazo a la Verdadera Fe.
Luce el sol en todo su esplendor y el calor es tropical. Empapado de sudor y agobiado por el duro clima me encuentro fregando la cubierta de la nao. Unos pasos a mis espaldas vienen a romper el silencio de estos momentos. Son los producidos por un clérigo, que me hace una ligera inclinación de cabeza como saludo. No es preciso que especule sobre su identidad. Se trata de Juan Diaz, autor de “Itinerario de la Armada” donde se da cuenta de este viaje y su continuación por Hernán Cortez.
Juré el no dar cuenta detallada de estos viajes y es mi deseo cumplir la promesa. No quiero restarle mérito al clérigo Juan Diaz, ni al soldado Bernal Diaz del Castillo. Religión y espada se compenetran en la conquista de Nueva España. Las letras coronan, lo que para unos es hazaña y para otros genocidio. Si el primero escribe el “Itinerario de la Armada” el segundo no le quedará a la zaga con su “Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España”. No me llevará la soberbia a competir con ellos. Incluso guardaré para mi aquellos hechos de los que no tuvieron consciencia.
Veo al clérigo que se dirige a estribor de la nao y contempla la mar. Leo su pensamiento que se centra en la crónica. Va forjando el relato. En realidad, la historia comienza con el Almirante, Cristóbal Colón. En el año 1502, al llegar a la isla de Guanahani, a la que se le llamó S. Salvador tuvo noticia de los mexicas. Era su gobernante en ese tiempo, Ahuitzotl, octavo Huey Tlahtoani de Meshiko Tecnochtitlan. Su nombre se refiere a animal divino que reside en el agua. Fue padre de Cuauhtemoc, el último tlatoanide de Tecnoctitlan. El Almirante queda subyugado con lo que se cuenta de los indios, que demuestra pertenecen a una civilización superior. No obstante, prosigue su viaje a Cuba y deja la visita para una ocasión posterior, que jamás llegaría a realizar.
Años después, en el 1508 buscando el paso hacia “las verdaderas Indias” Vicente Yañez Pinzón y Juan Díaz de Solís emprenden la expedición de la costa que queda al Norte de lo hallado por Colón en su ultimo viaje. Por primera vez se divisan las costas de Yucatán. Hay quien afirma que se llegó hasta Tabasco. No hay documento que lo acredite, y yo por mi parte he jurado guardar silencio sobre los hechos ¡Nada aclararé!
El siguiente contacto se produce en el año 1511. La nao que se dirige del Darién (Reino de Tierra Firme. Panamá) a Santo Domingo para dirimir la contienda entre Diego de Vinuesa y Balboa se hunde. La Corona falla a favor del segundo pese a la ilegalidad de la acción. Vinuesa es el primer gobernador de Veragua (Nicaragua, Panamá, Costa Rica) Núñez de Balboa ha fundado al extremo oriental de esas tierras, Santa María de la Antigua en Darién. El caso es, para lo que importa a la historia, que de los dos sobrevivientes al naufragio no se tiene noticia hasta ocho años más tarde, cuando Hernán Cortez encuentra a uno de ellos, Jerónimo de Aguilar, que le servirá de interprete. El otro, para alegría de ESTRELLA FUGAZ que se enterará en el futuro decide permanecer con su familia formada con una india. Se llamaba Gonzalo Guerrero y su historia la recoge Francisco López de Gómara.
Salgo de la abstración en que por unos minutos me he sumergido y me doy cuenta que se ha marchado el capellán, Juan Diaz. A mi lado, sin que le haya visto llegar, AQUILES BRINCO el perrito del timonel me mira fijamente. Busco a su dueño el timonel, al parecer un veterano de las guerras de Flandes y no está. En su lugar hay otra persona, que le ha relevado.
¡Tiene una rara forma de mirar el perrito! Siento clavada en mi su mirada y me parece que tiene algo de humano. Pese a mis poderes adquiridos, no consigo saber lo que piensa, si es que tal función realiza. Permanece estático ante mí y es cuando me percato que su hocico dibuja una sarcástica sonrisa, que diría humana.
(To be continue ¿No se dice asi en anglis spoken?¿