... continúa.

Decidí eliminar esas sustancias de mi dieta así como el tomate y otras cosas más de mínimo consumo con lo cual mi gama de alimentos es ahora más reducida aún. A esto se suma que no consumo harinas refinadas, azúcares procesados, casi ningún carbohidrato ni bebidas gaseosas y obviamente tampoco licor. Aunque no lo crean, como siempre muy rico. Decidí también buscar otro doctor y someterme estoicamente a sus recomendaciones. El nuevo doctor también se asombró gratamente de mi radical cambio y me mandó nuevamente el examen del azúcar de tres meses "sólo para estar seguros" y volvió a salir super bien el resultado aunque el ácido úrico se siguió manifestando de manera ascendente. Hoy sigo en control con este doctor y luchando contra el dolor en articulaciones que desde la recomendación médica del primer doctor ya no cesó más. Tres meses después de la crisis tremenda, el dolor ni se le acerca y disminuye un poquito cada día. Ya pude volver a realizar ejercicio extenuante (caminatas de alta montaña), el cual había justo comenzado antes de la crisis y que tuve que interrumpir por al menos dos meses.

Una de cal y una de arena.

La diabetes es crónica, eso es sabido, o sea no hay cura, una vez que se diagnostica se vive con eso para el resto de la vida. Igual el alcoholismo. No los he vencido, los tengo atrapados. Son mis demonios y los tengo solamente aprisionados. Cada día que pasa, cada almuerzo de ensalada con aguacate, cada desayuno de frutas con yogurt, cada cena de verduras y tortilla es un cerrojo más que lleva mi motivación al tope. El padecimiento del ácido úrico me parece nimio si es llevado con serenidad y es justo lo que estoy haciendo, metiéndolo cada día en la misma caja oscura de la dipsomanía y de la diabetes, encerrándolos ahí, enclaustrándolos para que su aparición no se dé más o que se tarde tanto como se pueda.

Sobrellevar la sobriedad ha sido menos difícil de lo que pensaba, tal vez por el recuerdo del incesante, quemante e inaguantable dolor en los tobillos, no lo sé, sólo que sé que a hoy tengo ya poco más de tres meses de no haber vuelto a beber. La frugalidad de mis alimentos es también difícil de aguantar pero no imposible, como rico, ya les dije y no siento que me haga falta nada a pesar de las muchas limitaciones. La diabetes está controlada y el ácido úrico es el único que está en proceso hasta la nueva toma de exámenes que será pronto pero que debería estar tendiendo a la normalidad debido a todo lo anterior, no es con esperanza que estoy llenando mi porvenir sino con acciones y los resultados deberían saltar sin variaciones importantes, al menos para arriba.

Pasé de 115 kilogramos a 92 al día de hoy, son 23 kilogramos en 6 meses. Es una cantidad que no se la brinca un venado. Tuve que cambiar toda mi ropa lo que me obligó a estrenar mudadas durante algunas semanas y lo que claramente me subió la vanidad.

Sin entrar en consideraciones sobre mis estados de ánimo o sobre mis valoraciones en cuanto al pesimismo que supone la existencia, puedo decir que estoy bien, hasta me atrevería a afirmar que mejor que nunca pues el porvenir nunca fue menos negro.