Dado que los sacrificios
y ofrendas de animales
ya no son parte de la adoración verdadera,
¿tenemos que hacer alguna clase de sacrificio?

Por supuesto que sí.
Jesucristo vivió una vida de servicio a Dios,
haciendo muchos sacrificios,
y finalmente murió por la humanidad.

De ahí que hiciera esta declaración:
“Si alguien quiere venir en pos de mí,
repúdiese a sí mismo
y tome su madero de tormento y sígame de continuo”
(Mateo 16:24).

Eso quiere decir que todo
el que desee seguir los pasos de Jesús
tiene que hacer ciertos sacrificios.

Por un lado,
el verdadero seguidor de Cristo
ya no vive para sí,
sino para hacer la voluntad de Dios:
somete su voluntad y sus deseos a los de Él.

El apóstol Pablo lo expresó de esta manera:
“Les suplico por las compasiones de Dios,
hermanos, que presenten
sus cuerpos como sacrificio vivo,
santo, acepto a Dios,
un servicio sagrado
con su facultad de raciocinio.
Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas;
más bien, transfórmense
rehaciendo su mente,
para que prueben
para ustedes mismos
lo que es la buena y la acepta
y la perfecta voluntad de Dios”
(Romanos 12:1, 2).