En general hay un concepto muy equivocado sobre la psicología.
La gran mayoría de las personas piensa que no necesita visitar a un psicólogo, pero la realidad es que todos tienen algo en su personalidad que es consecuencia de experiencias pasadas y que por lo general no se sabe que están relacionadas.
Ese "algo" puede ser un complejo de inferioridad o de superioridad o de otro tipo, depresión, ataque de pánico, arranques de ira, inhibición, extroversión, sadismo, masoquismo, onanismo compulsivo, fobias, angustias, etc. La lista es larga.
Muchos viven tranquilamente con estas cosas sin que les afecte demasiado. O mejor dicho, sin que crean que les afecte demasiado, ya que lo usual y más cómodo es poner las culpas en los demás. O también puede pasar que no son ellos quienes sufren las consecuencias de sus padecimientos sino que las sufren otros.

Si existe la verdadera intención de superar esas cosas, es imprescindible averiguar a qué se deben, cuál es el origen del padecimiento.
Descubrir las causas que motivaron el padecimiento puede llegar a ser doloroso, porque significa revivir situaciones traumáticas. Pero es la única forma de resolver los problemas o, al menos, de sobrellevarlos.

Si alguien piensa en recurrir a un psicólogo para recibir consejos que le permitan resolver sus problemas en pocas sesiones, es mejor que no lo haga.
La tarea del psicólogo no es dar consejos, sino ayudar a su paciente a que se entienda a sí mismo, debe orientarlo para que él mismo se de cuenta de porqué le pasa lo que le pasa y ayudarlo a que encuentre su propio camino.

Por otra parte, existen sanatas como el conductismo y "terapias alternativas" de diferentes tipos, en las que el profesional pretende ser una especie de gurú u oráculo que tiene respuestas para todo. Eso no funciona, en el mejor de los casos, solo se consigue tapar algunas de las consecuencias del mal.