Es fácil distinguir a quienes tuercen las Escrituras para su provecho e inclinaciones.
1.- Inventan su propia “Biblia” alterando los textos.
2.- Empiezan a producir y formular literatura “obligatoria” para sus prosélitos y la prohibición de leer e investigar lo que no les autoricen los dirigentes.
3.- Inventan términos ajenos a la práctica común y popular y que sean distintivos de su secta (pastores, ancianos, elderes, superintendentes, etc.)
4.- Utilizan términos sinónimos en lenguas que no son bíblicas para substituir los que han sido reconocidos desde el tiempo de la Iglesia primitiva.
5.- Someten a sus prosélitos a terapias intensas a fin de que estos sientan el temor de salirse de la secta y no reparen en las mentiras que les enseñan.
6.- Inventan algún acontecimiento futuro o presente como medio de atraer a los incautos.
7.- Y otras más, pero sobre todo, la mayoría de estas son de procedencia norteamericana.