[REPOSO MENTAL, comentario 210].
Por lo visto, se puede aplicar el siguiente lema, que suena cuasi matemático, en este caso: “una condición necesaria, pero no suficiente, para adquirir el conocimiento de la verdad (vale decir: la verdad revelada y también la verdad que armoniza con la revelación bíblica) es la humildad y la modestia mentales”. Esto estaría de acuerdo con el siguiente pasaje sagrado: «En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas (se sobreentiende: datos de gran importancia con respecto al propósito divino para el hombre, la Tierra, el universo, el suprauniverso, etcétera, de los cuales pende, a modo de sistema referencial, toda la sabiduría y el conocimiento que el ser humano pueda atisbar por su propio esfuerzo) a sabios e inteligentes (se sobreentiende: los que se tienen por sabios e inteligentes y no se percatan de que realmente son polvo y ceniza, y de que toda la humanidad a la que ellos pertenecen es un fenómeno transitorio en un universo transitorio, a menos, claro está, de que el Todopoderoso tenga a bien hacer perenne dicha transitorierad en el futuro), y se las has revelado a pequeños (se sobreentiende: a algunas personas que son humildes y modestas, a pesar de que eventualmente puedan tener grandes capacidades intelectuales, como el caso de Moisés, Salomón, Daniel el profeta, Lucas el médico evangelista, Saulo de Tarso, etcétera)”» (Evangelio de Mateo, capítulo 11, versículo 25; Bilbia de Jerusalén).