Bien definió Mario Vargas Llosa al PRI como la dictadura perfecta, porque había alternancia de presidentes, pero este partido siempre "ganaba" las elecciones. En uno de sus artículos, el escritor Enrique Krauze comentó la anécdota sobre cómo el osado escritor descalificó a ese partido. Eso ocurrió en 1990, en una mesa de análisis de la revista Vuelta, titulada "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad", que congregó a cerca de 40 pensadores y autores del mundo (entre ellos varios Premios Nobel) para discutir sobre el estado de diversos temas capitales en el umbral del siglo XXI: la libertad, la religión, los nacionalismos, la economía, la justicia, el socialismo.
Entre otros intelectuales, estaban Octavio Paz y Vargas Llosa hablando sobre México. Ahí, el escritor peruano dijo una gran verdad...
"El PRI -explicó Mario- es un partido hegemónico (no dictatorial) surgido de una revolución (es decir, dotado de una raigambre popular de origen) y cuyo acierto (a diferencia de los casos homólogos de Francia o Rusia) fue evitar los males paralelos de la guerra civil y el cesarismo revolucionario. Si bien no negaba el carácter "astutamente" manipulador del PRI en su relación con obreros y campesinos, le acreditaba el respeto a las libertades cívicas y la sociedad civil (inexistentes en la URSS o en Cuba) y, sobre todo, su vocación cultural: haberle "dado fisonomía al México indígena y mestizo". No obstante, Paz criticaba a los gobiernos priistas por haber "usurpado" lugares que no le correspondían en la economía y advertía algo más grave: "el partido hegemónico... está en crisis, en vías de desaparecer, si no se transforma. El dilema para el PRI es muy claro: o se transforma y se democratiza, o bien desaparece".
Es de notarse que Paz no hacía referencia a la democratización como un proceso externo en la sociedad sino interno del PRI. Veinte años antes, marcado aún por el crimen de Tlatelolco, se había referido al PRI en términos casi equivalentes a los de Vargas Llosa: "En México no hay más dictadura que la del PRI y no hay más peligro de anarquía que el que provoca la antinatural prolongación de su monopolio político" (Posdata, Siglo XXI, 1970, p. 57). Pero la experiencia de los años setenta y ochenta lo había convencido de que ni la izquierda (por su falta de autocrítica frente al pasado estalinista y su tenaz simpatía por el régimen totalitario de Fidel Castro) ni la derecha (por sus viejas fidelidades clericales) eran alternativas deseables para México. Por eso insistía en la reforma democrática interna del PRI, como un estadio histórico previo a la adopción de una democracia sin adjetivos. "La crítica política del régimen -agregó- exige, en primer término, el restablecimiento de la democracia interna en los sindicatos".
Mario Vargas Losa, acuñó ahí la célebre frase "México es la dictadura perfecta":
La dictadura perfecta no es la Cuba de Fidel Castro: es México, porque es una dictadura de tal modo camuflada que llega a parecer que no lo es, pero que de hecho tiene, si uno escarba, todas las características de una dictadura.
Vargas Llosa no encontraba diferencias mayores entre las tradicionales dictaduras latinoamericanas y el régimen mexicano. En aquellas permanecía un hombre, en éste se eternizaba un partido. Pero lo verdaderamente característico del PRI -el veneno maquiavélico que lo volvía "perfecto"- era el modo en que había "reclutado al medio intelectual" alentando sutilmente la crítica y financiando aun a los grupos de oposición. Entre esos intelectuales, Vargas Llosa hacía distingos: "Es verdad que ha habido una crítica interna muy talentosa, muy generosa, muy valerosa, de muchos intelectuales mexicanos, naturalmente entre ellos Octavio Paz". No obstante, creía su deber "denunciar" el caso mexicano:
... como este país se está abriendo a la libertad, quiero ponerlo a prueba, quiero decirlo aquí abiertamente, porque esto lo he pensado desde la primera vez que vine a México (a este país que, por otra parte, yo admiro y quiero tanto)... que aquí... se ha vivido durante décadas, con unos matices muy particulares, el fenómeno de la dictadura latinoamericana."
Hoy en día, el PRI sufre una de sus peores crisis de credibilidad y aceptación, ahora mismo se encuentra posicionado el el tercer lugar en las encuestas y no se ve que tenga posibilidades para ganar las presidenciales del 2018, no tiene un suspirante (aspirante presidencial) popular. Pero, el mexicano es impredecible y desmemoriado. Ya hemos pasado por momentos como éste y el PRI volvió a "triunfar" en la arena electoral. Ahora mismo es nuevamente el partido en el gobierno.