[EL DIOS EMOTIVO, comentario 177]
Sin embargo, podríamos optar por elegir un individuo especial, como, por ejemplo un eremita hindú. Él no presentaría ningún problema con relación a la pulsión psicosexual, pues ha emprendido un camino de desconexión con el mundo sensible que lo conduce al “nirvana”. Así, en nuestra isla imaginaria, que llamaremos Copilandia, podríamos insertar una población de 1001 individuos homocopiados de estas características. ¿Resuelto el problema?