Mira, a Jehová no le preocupa que su nombre escrito en papel con el tiempo desaparezca, el papel se deteriora y está expuesto a la destrucción, los escritos originales de la Biblia y miles de manuscritos bíblicos se destruyeron porque los materiales que se usaron para ponerla por escrito no eran eternos.
Jehová quiere que su nombre esté inscrito en el corazón y mente de sus siervos. Ahora, no fue por reverencia que los judíos reemplazaron el nombre personal de Dios por "Señor" o "Dios" sino por una superstición que sostenía que era incorrecto pronunciar el nombre personal de Dios.
¿Pero dónde Jehová manda al pueblo a no usar su nombre? sencillamente mandó: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna” (Éxodo 20:7). Es decir, nadie debería usar el nombre de Dios de forma vana o blasfema. Dicho nombre es santo, y todos los que lo llevan tienen que demostrar con su conducta que lo honran.
Más bien, detrás de dicha superstición estaba el enemigo de Jehová; Satanás el Diablo. Casiodoro de Reina es un ejemplo de un traductor que conservó el nombre divino, Jehová, donde corresponde. En la introducción a su versión, que se editó en 1569 y llegó a conocerse como La Biblia del Oso, explicó:
“Habemos retenido el nombre (Jehová) no sin gravísimas causas. Primeramente porque dondequiera que se hallará en nuestra versión está en el texto hebreo, y nos pareció que no lo podíamos dejar ni mudar en otro sin infidelidad y sacrilegio singular contra la Ley de Dios”. Sobre “la superstición judaica [de] no pronunciar el nombre Jehová”, dijo: “Salió esta ley encaminada del diablo para con pretexto de reverencia sepultar y poner en olvido en el pueblo de Dios su santo nombre” (ortografía actualizada)