- Me dijiste que eras tímido.
- Lo soy.
- Pero... ahora que te besé... me metiste el dedo en la vagina...
- Sí pero con un vergüenzón.
- Me dijiste que eras tímido.
- Lo soy.
- Pero... ahora que te besé... me metiste el dedo en la vagina...
- Sí pero con un vergüenzón.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.