“¡EL HOMBRE arderá, arderá y arderá!” El orador, en medio del cuarto oscuro, con su camisa en llamas, extendió los brazos y dio unos pasos hacia su pasmado auditorio. Afortunadamente la demostración duró tan solo unos segundos. Pero con la ayuda del polvo inflamable, el predicador logró impresionar muchísimo a su auditorio por su evocación convincente del infierno de fuego.


Hay muchos maestros religiosos como este predicador —especialmente en la cristiandad— que dicen que Dios tiene reservado para los inicuos este destino eterno. Pero en realidad, ¿es eso lo que dice la Biblia?