El Espíritu Santo en la Misa

Es en el Cenáculo de Jerusalén, donde El Espíritu Santo vino sobre la Santísima Virgen y los Apóstoles, en ese mismo lugar es donde Cristo había ordenado sacerdotes a los Apóstoles cuando celebró la Primera Misa del mundo en la Última Cena.*

Uno de los grandes e insustituibles protagonistas de la Misa es el Espíritu Santo. ¿Cuándo obra el Espíritu Santo en la Misa?

En rigor, la acción del Espíritu Santo se extiende a toda la Misa. Pero, de modo particular, la acción del Espíritu Santo en la Misa se realiza en dos aspectos: en las epíclesis (o invocaciones) y en la méthexis (o participación).

*¿Qué es la epíclesis? Se llama epíclesis a la parte de la Misa en que se invoca al Espíritu Santo.

*En las Plegarias Eucarísticas, anáforas o canon suelen haber dos epíclesis; una, antes de la consagración, invocando al Espíritu Santo para que obre la presencia de Cristo; y otra epíclesis, después de la consagración, sobre el pueblo invocando al Espíritu Santo para que lo colme de bienes.

*Las primeras epíclesis se caracterizan por el gesto neumatológico de imposición de manos sobre los dones que se van a consagrar, determinando así lo que constituye la materia del sacrificio y como apropiándose, los sacerdotes, de esa materia determinada. Por ejemplo, comienzan con las siguientes palabras:

1 "Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti,.."

2. " …te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu…".

3. "…te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti…"

4. *"…te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor".

*Las segundas epíclesis comienzan así:

5. "Te pedimos humildemente … que esta ofrenda sea llevada a tu presencia … para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo … seamos colmados de gracia y bendición"

6. "Te pedimos … que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo".

7. "…para que … llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu"

8. "…concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria ".

9. Por eso enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: «La Epíclesis ("invocación sobre") es la intercesión mediante la cual el sacerdote suplica al Padre que envíe el Espíritu santificador para que las ofrendas se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo y para que los fieles, al recibirlos, se conviertan ellos mismos en ofrenda viva para Dios".

10. *En rigor, la acción del Espíritu Santo se extiende a toda la Misa; en este sentido toda la Misa es epíclesis en sentido amplio. Y aún se extiende a antes de la Misa y a después de la Misa por medio de las epíclesis y paráclesis extracelebrativas.*
Es lo que hace que toda celebración sea nueva, inmensamente fecunda, única, irrepetible… porque el Espíritu Santo al conducir al cristiano a su madurez en Cristo, es el gran animador de la liturgia. Es Quien hace que la Misa nunca sea algo mecánico, rutinario, aburrido. Siempre extraemos algo nuevo de la Misa y siempre traemos algo nuevo a la Misa, y eso es por obra del Espíritu Santo. Él es el que hace que cada Misa sea singular.

11 Así como el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y "Si la Iglesia no es signo del Espíritu Santo, Ella es nada", así el Espíritu Santo es el alma de la liturgia y si la liturgia no es signo del Espíritu Santo, la liturgia es nada.

*Sin el Espíritu Santo no hay liturgia. Por eso, para que la liturgia sea viva y verdadera debe ser epliclética y paraclética:

• Epiclética porque se invoca el poder del Espíritu Santo:
-para que los dones se transformen en el Cuerpo y Sangre de Jesús; y
– para que sea causa de salvación para los que lo van a recibir;
• Y, a su vez, debe ser paraclética, o sea, animada por el Espíritu Santo:
– para convertir a cada hombre en Cristo;
– para hacer crecer progresivamente a cada cristiano;
– para manifestar en plenitud al Espíritu en el cristiano;
-porque a la kénosis del pan y del vino corresponde el don del Paráclito;
– para transfigurarnos con la presencia y acción del Espíritu;
– para que glorifiquemos a la Santísima Trinidad.