Ayer en el bus se subió un enano y se sentó al lado mío. Después de algunos minutos el bus frenó en una parada y el enano se resbaló del asiento, entonces lo agarré del brazo y lo volví a sentar en su asiento; unos minutos más tarde el enano se resbaló de nuevo y conseguí ayudarlo otra vez; al ratito el enano se resbala por tercera vez y yo ya caliente lo agarro otra vez del brazo y le digo: "sujétate bien hombre, te vas a estar resbalando todo el trayecto!!" y el enano me contesta:
"¡Porqué no te vas a la mierda pelotudo!! hace 3 paradas que intento bajarme y vos no me dejas."
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.