Otro día cualquiera…
Pasante: Eh, Miss Colero, adivine qué tengo ahí fuera.
Secretaria: ¡Chsss! El jefe está ocupado.
Pasante: Bien, pues despiértele. He conseguido un cliente.

Tom: Le he oído, Tomasso. ¡Que ha conseguido un cliente! A mí no me mienta.
Pasante: Jefe, le aseguro que no le estoy mintiendo. Le traigo un cliente.
Tom: ¿Un cliente? Rápido, Miss Colero, mis tirantes. Y quite esos roscones de mi máquina de escribir. Enséñeme a ese cliente. O mejor no, déjelo. Hágale pasar y ya le enseñaré yo.

Pasante: Ya puede pasar.
Casero: Gracias.
Pasante: Este es mi Jefe, Tom Terías. Jefe, este es nuestro nuevo cliente, Mr. Noseque.
Casero: ¿Es usted Mr.Terías?
Tom: Eso es exactamente lo que dijo la última vez que vino aquí. Estoy de usted hasta las narices.
Casero: Así que usted es Mr. Terías. Ahora atienda un momento : no voy a volverle a repetir lo de ese alquiler...
Tom: Es un alivio. Estoy contento de que por fin haya adoptado mi punto de vista. Este puede ser el principio de una hermosa amistad,

Casero: Si pagasen el alquiler le dejaría en paz.
Pasante: Si pudiéramos pagar el alquiler, nos iríamos a otra oficina.
Casero: Escuche, Sr. Terias. Estoy harto de Vd.. Su amigo me dice que es usted rico y yo quiero mi alquiler.
Tom: Así que le dijo que yo era rico, ¿eh? En fin, no es más que un soñador. ¿Y no lo somos todos en cierta medida todos? Escuche, Noseque, yo no le culpo. Usted sólo cumple con su deber. No es más que un simple diente en manos de un sacamuelas, una persona limpia, a pesar del aspecto de su camisa. ¿Qué tal lo estoy haciendo,Tomasso?
Pasante De maravilla, jefe. Me parece que le está convenciendo.
Casero: Por última vez, ¿me va a pagar el alquiler o no?

(Suena el teléfono.) Perdone, Mr. Noseque. Es el teléfono (otro acreedor, pero disimula):
Hola... ¿Me oye?... Yo también le oigo. Ah, así que es usted, Astonmartin. ¿Cuántas veces tengo que decirle que no me moleste en horas de oficina? ... Que quiere que yo represente a su compañía de ferrocarril... Bueno, ya sabe usted mis condiciones. Envíeme inmediatamente un anticipo de cinco mil. Ah, y mandemelo con su esposa
Pasante (susurrando): ¿Lo ve usted, Mr. Noseque? Todo el mundo va tras él y usted dándole la tabarra con una menudencia como lo del alquiler.
Casero (susurrando): Bien, es probable que me haya mostrado un poco impaciente.

Tom: Escúcheme, no consideraría siquiera su propuesta si no estuviera enamorado de su mujer. Pero como lo estoy, me lo volveré a pensar. Le diré lo que voy a hacer: lo consultaré con la almohada. Ella le llamaré por la mañana. Adiós.

Casero: Bien, no tenía idea de que tuviera entre manos casos tan importantes. Será mejor que vuelva en otro momento que no esté usted tan ocupado.
Pasante: Eso está bien. Y mejor todavía si no vuelve más.

Se va el casero con la música a otra parte…

Tom: Las estadísticas dicen que en esta ciudad hay unos ocho millones de personas. Dos millones pasan a diario por delante de esta oficina. ¡Y de esos dos millones, usted ha tenido que ir a elegir al casero para traerlo aquí! ¿Tiene algo que alegar en su defensa?
Pasante: Que me podría subir el sueldo.