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Tema: Por el dia difuntos

  1. #1
    Fecha de Ingreso
    18-octubre-2012
    Mensajes
    992

    Predeterminado Por el dia difuntos

    erraron sus ojos
    que aún tenía abiertos,
    taparon su cara
    con un blanco lienzo,
    y unos sollozando,
    otros en silencio,
    de la triste alcoba
    todos se salieron.
    La luz, que en un vaso
    ardía en el suelo,
    al muro arrojaba
    la sombra del lecho,
    y entre aquella sombra
    veíase a intérvalos
    dibujarse rígida
    la forma del cuerpo.
    Despertaba el día,
    y a su albor primero
    con sus mil ruidos
    despertaba el pueblo.
    Ante aquel contraste
    de vida y misterio,
    de luz y tinieblas,
    yo pensé un momento:
    ¡Dios mío, qué solos
    se quedan los muertos!!

    De la casa en hombros
    lleváronla al templo,
    y en una capilla
    dejaron el féretro.
    Allí rodearon
    sus pálidos restos
    de amarillas velas
    y de paños negros.
    Al dar de las Ánimas
    el toque postrero,
    acabó una vieja
    sus últimos rezos,
    cruzó la ancha nave,
    las puertas gimieron,
    y el santo recinto
    quedóse desierto.
    De un reloj se oía
    compasado el péndulo
    y de algunos cirios
    el chisporroteo.
    Tan medroso y triste,
    tan oscuro y yerto
    todo se encontraba,
    que pensé un momento:
    ¡Dios mío, qué solos
    se quedan los muertos!!

    De la alta campana
    la lengua de hierro
    le dio volteando
    su adiós lastimero.
    El luto en las ropas,
    amigos y deudos
    cruzaron en fila
    formando el cortejo.
    Del último asilo,
    oscuro y estrecho,
    abrió la piqueta
    el nicho a un extremo:
    allí la acostaron,
    tapiáronle luego
    y con un saludo
    despidióse el duelo.
    La piqueta al hombro
    el sepulturero,
    cantando entre dientes,
    se perdió a lo lejos.
    La noche se entraba,
    el sol se había puesto.
    Perdido en las sombras
    yo pensé un momento:
    ¡Dios mío, qué solos
    se quedan los muertos!!

    En las largas noches
    del helado invierno,
    cuando las maderas
    crujir hace el viento
    y azota los vidrios
    el fuerte aguacero,
    de la pobre niña
    a veces me acuerdo.
    Allí cae la lluvia
    con un son eterno;
    allí la combate
    el soplo del cierzo.
    Del húmedo muro
    tendida en el hueco,
    ¡acaso de frío
    se hielan sus huesos!...
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    ¿Vuelve el polvo al polvo?
    ¿Vuela el alma al cielo?
    ¿Todo es sin espíritu
    podredumbre y cieno?
    No sé; pero hay algo
    que explicar no puedo,
    algo que repugna,
    aunque es fuerza hacerlo,
    ¡a dejar tan tristes,
    tan solos los muertos!
    69/77
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    Copyright © Gustavo Adolfo Bécquer, 1868
    Por el mismo autor RSS No hay más obras en Badosa.com
    Fecha de publicación Enero 2003
    Colección RSS Worldwide Classics
    Permalink http://badosa.com/p110-69

  2. #2
    Fecha de Ingreso
    18-octubre-2012
    Mensajes
    992

    Predeterminado

    Doy por supuesto,que os habreis fijado que al final pne el nombre del autor:Becquer.Se titula "Cerraron sus ojos"
    Cuando era pequeño sabia muchos trozos de memoria.La he puesto por serdia tan señalado

  3. #3
    Fecha de Ingreso
    28-mayo-2009
    Mensajes
    13.854

    Predeterminado

    Es un día tremendamente señalado. Gracias por abrir el hilo, nene!



    Taconcitos
    (Extracto)

    Cuando se apagan las voces, cuando terminan los compromisos, cuando el mundo duerme y el silencio reina en medio de las tinieblas, los mitos cobran consistencia y las palabras escritas en agua se reflejan en los muros donde el pueblo escribe…

    Leyendas de La Colonia.

    -----

    Piedra miserable

    Oh, piedra dura, miserable piedra,
    Yo te golpeo, te golpeo en vano,
    Y es inútil la fuerza de mi mano,
    Oh piedra dura, miserable piedra.

    Pero haces bien, oh miserable piedra,
    Deja que tiente un golpe sobrehumano,
    Deja golpear, deja golpear mi mano,
    Oh piedra dura, miserable piedra.

    No me des nada, miserable piedra,
    Guarda un silencio altivo y soberano,
    No te ablandes jamás entre mi mano;
    Oh piedra dura, miserable piedra.

    Con tu impiedad, oh miserable piedra,
    Recobro alientos y el deseo gano,
    No te dejes caer sobre mi mano,
    Mezquina, estulta, miserable piedra.

    Si un día torpe, miserable piedra,
    Te venciera la fuerza del verano
    Y cayeras a gotas en mi mano
    Yo te odiaría, miserable piedra ...

    De Alfonsina Storni


    -----

    Sombras de los días a venir

    Mañana
    me vestirán con cenizas al alba,
    me llenarán la boca de flores.
    Aprenderé a dormir
    en la memoria de un muro,
    en la respiración de un animal que sueña.

    De Alejandra Pizarnik


    -----

    Noche

    Tal vez esta noche no es noche,
    debe ser un sol horrendo, o
    lo otro, o cualquier cosa.
    ¡Qué sé yo! Faltan palabras,
    falta candor, falta poesía
    cuando la sangre llora y llora!

    ¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
    Si sólo me fuera dado palpar
    las sombras, oír pasos,
    decir "buenas noches" a cualquiera
    que pasease a su perro,
    miraría la luna, dijera su
    extraña lactescencia tropezaría
    con piedras al azar, como se hace.

    Pero hay algo que rompe la piel,
    una ciega furia
    que corre por mis venas.
    ¡Quiero salir! Cancerbero del alma.
    ¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!
    ¡Pudiera ser tan feliz esta noche!

    Aún quedan ensueños rezagados.
    ¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces
    ¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
    La muerte está lejana. No me mira.
    ¡Tanta vida, Señor!
    ¿Para qué tanta vida?

    De "La última inocencia" - 1956
    De Alejandra Pizarnik




    «Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3


  4. #4
    Fecha de Ingreso
    18-octubre-2012
    Mensajes
    992

    Predeterminado

    Vivo sin vivir en mí,
    y tan alta vida espero,
    que muero porque no muero.

    Vivo ya fuera de mí,
    después que muero de amor;
    porque vivo en el Señor,
    que me quiso para sí:
    cuando el corazón le di
    puso en él este letrero,
    que muero porque no muero.

    Esta divina prisión,
    del amor en que yo vivo,
    ha hecho a Dios mi cautivo,
    y libre mi corazón;
    y causa en mí tal pasión
    ver a Dios mi prisionero,
    que muero porque no muero.

    ¡Ay, qué larga es esta vida!
    ¡Qué duros estos destierros,
    esta cárcel, estos hierros
    en que el alma está metida!
    Sólo esperar la salida
    me causa dolor tan fiero,
    que muero porque no muero.

    ¡Ay, qué vida tan amarga
    do no se goza el Señor!
    Porque si es dulce el amor,
    no lo es la esperanza larga:
    quíteme Dios esta carga,
    más pesada que el acero,
    que muero porque no muero.

    Sólo con la confianza
    vivo de que he de morir,
    porque muriendo el vivir
    me asegura mi esperanza;
    muerte do el vivir se alcanza,
    no te tardes, que te espero,
    que muero porque no muero.

    Mira que el amor es fuerte;
    vida, no me seas molesta,
    mira que sólo me resta,
    para ganarte perderte.
    Venga ya la dulce muerte,
    el morir venga ligero
    que muero porque no muero.

    Aquella vida de arriba,
    que es la vida verdadera,
    hasta que esta vida muera,
    no se goza estando viva:
    muerte, no me seas esquiva;
    viva muriendo primero,
    que muero porque no muero.

    Vida, ¿qué puedo yo darle
    a mi Dios que vive en mí,
    si no es el perderte a ti,
    para merecer ganarle?
    Quiero muriendo alcanzarle,
    pues tanto a mi Amado quiero,
    que muero porque no muero,
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Soberana Majestad,
    eterna sabiduría,
    bondad buena al alma mía;
    Dios alteza, un ser, bondad,
    la gran vileza mirad
    que hoy os canta amor así:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Vuestra soy, pues me criastes,
    vuestra, pues me redimistes,
    vuestra, pues que me sufristes,
    vuestra pues que me llamastes,
    vuestra porque me esperastes,
    vuestra, pues no me perdí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    ¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
    que haga tan vil criado?
    ¿Cuál oficio le habéis dado
    a este esclavo pecador?
    Veisme aquí, mi dulce Amor,
    amor dulce, veisme aquí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Veis aquí mi corazón,
    yo le pongo en vuestra palma,
    mi cuerpo, mi vida y alma,
    mis entrañas y afición;
    dulce Esposo y redención,
    pues por vuestra me ofrecí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Dadme muerte, dadme vida:
    dad salud o enfermedad,
    honra o deshonra me dad,
    dadme guerra o paz crecida,
    flaqueza o fuerza cumplida,
    que a todo digo que sí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Dadme riqueza o pobreza,
    dad consuelo o desconsuelo,
    dadme alegría o tristeza,
    dadme infierno o dadme cielo,
    vida dulce, sol sin velo,
    pues del todo me rendí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Si queréis, dadme oración,
    si no, dadme sequedad,
    si abundancia y devoción,
    y si no esterilidad.
    Soberana Majestad,
    sólo hallo paz aquí:
    ¿qué mandáis hacer de mi?

    Dadme, pues, sabiduría,
    o por amor, ignorancia;
    dadme años de abundancia,
    o de hambre y carestía;
    dad tiniebla o claro día,
    revolvedme aquí o allí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Si queréis que esté holgando,
    quiero por amor holgar.
    Si me mandáis trabajar,
    morir quiero trabajando.
    Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
    Decid, dulce Amor, decid:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Dadme Calvario o Tabor,
    desierto o tierra abundosa;
    sea Job en el dolor,
    o Juan que al pecho reposa;
    sea viña fructuosa
    o estéril, si cumple así:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Sea José puesto en cadenas,
    o de Egipto adelantado,
    o David sufriendo penas,
    o ya David encumbrado;
    sea Jonás anegado,
    o libertado de allí:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Esté callando o hablando,
    haga fruto o no le haga,
    muéstreme la ley mi llaga,
    goce de Evangelio blando;
    esté penando o gozando,
    sólo vos en mí vivid:
    ¿qué mandáis hacer de mí?

    Vuestra soy, para vos nací,
    ¿qué mandáis hacer de mí?



    SOBRE AQUELLAS PALABRAS
    "DILECTUS MEUS MIHI"

    Ya toda me entregué y di,
    y de tal suerte he trocado,
    que es mi Amado para mí,
    y yo soy para mi Amado.

    Cuando el dulce Cazador
    me tiró y dejó rendida,
    en los brazos del amor
    mi alma quedó caída,
    y cobrando nueva vida
    de tal manera he t

  5. #5
    Fecha de Ingreso
    10-enero-2011
    Ubicación
    Más allá del bien y del mal
    Mensajes
    13.443

    Predeterminado

    Sólo la muerte

    Hay cementerios solos,
    tumbas llenas de huesos sin sonido,
    el corazón pasando un túnel
    oscuro, oscuro, oscuro,
    como un naufragio hacia adentro nos morimos,
    como ahogarnos en el corazón,
    como irnos cayendo desde la piel del alma.

    Hay cadáveres,
    hay pies de pegajosa losa fría,
    hay la muerte en los huesos,
    como un sonido puro,
    como un ladrido de perro,
    saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
    creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

    Yo veo, solo, a veces,
    ataúdes a vela
    zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
    con panaderos blancos como ángeles,
    con niñas pensativas casadas con notarios,
    ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
    el río morado,
    hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
    hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

    A lo sonoro llega la muerte
    como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
    llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
    llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

    Sin embargo sus pasos suenan
    y su vestido suena, callado como un árbol.

    Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
    pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
    de violetas acostumbradas a la tierra,
    porque la cara de la muerte es verde,
    y la mirada de la muerte es verde,
    con la aguda humedad de una hoja de violeta
    y su grave color de invierno exasperado.

    Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
    lame el suelo buscando difuntos;
    la muerte está en la escoba,
    en la lengua de la muerte buscando muertos,
    es la aguja de la muerte buscando hilo.

    La muerte está en los catres:
    en los colchones lentos, en las frazadas negras
    vive tendida, y de repente sopla:
    sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
    y hay camas navegando a un puerto
    en donde está esperando, vestida de almirante.

    Pablo Neruda

    «The brain is the seat of madness and delirium.»

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