¡Oh ángel mío!
¡Oh ángel mío!
Bríndame tu seco abrazo
en estas horas oscuras,
hazme dudar de la vida
y del supremo
¡Que no lo necesito!
Encierra tu frío aliento
en este corazón de proscrito
y tiende tus turbias alas
para que mis pasos dancen
en tu aroma.
Hagamos una sinfonía maldita
labrada en tu verbo,
apacigua mi sed de amor
con tu beso mortuorio
callando para siempre
los gritos que emergen
de mi alma torturada.
Parzival
"La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".
Albert Camus