¿SOMOS LIBRES?, (LEY DE LIBERTAD)


La libertad es una ley natural del Universo, pero la libertad absoluta es relativa. Es absolutamente libre el ermitaño, pero èste lleva una vida inútil para sì y para los demàs. Con su soledad viola la Ley del Progreso y la Ley de Sociedad.
Y digo que la libertad es relativa porque desde el momento en que las personas se juntan para vivir en sociedad, cada una de ellas tiene derechos que respetar para ser respetada.

Y digo tambièn que la libertad es relativa porque por conservación, trabajo y progreso, necesitamos alquilar nuestros servicios a empresas o individuos, y esto tambièn nos somete a ciertos reglamentos que tambièn tenemos que respetar.
Tambièn es relativa porque tanto la mujer como el hombre unidos en un contrato matrimonial se deben consideraciones recìprocas, y nuestra libertad absoluta se pierde con el matrimonio, a no ser que tanto el uno como el otro sean unos irresponsables y pretendan continuar con la libertad que han tenido, (relativa tambièn), antes de contraer matrimonio, o sea, su libertad relativa de soltero.

Otra razòn para la relatividad de nuestra libertad, es la de que como hijos de familia, menores o mayores de edad, debemos consideraciones a los fundadores del hogar paterno, si vivimos con ellos, cumpliendo asì, si no por espontaneidad, por lo menos por sociedad con las normas hogareñas. ¡En fin! Se podrìan esgrimir mùltiples razones por las cuales nuestra libertad es relativa.

Toda sujeción absoluta de un ser humano, o sea la esclavitud, es contraria a la Ley Natural de Libertad. La esclavitud es asimilar a los hombres a la animalidad, y es degradante fìsica y moralmente para el esclavizado.
El hecho de que hayan existido razas con desigualdad de aptitudes ante otras, no les daba a las ùltimas ascendencia sobre las primeras.
Si existe alguna ascendencia deberìa ser para instruirlas y no para embrutecerlas màs con la servidumbre y la esclavitud.
Decìa Emerson: “El inteligente tiene un gran derecho sobre el ignorante: ¡Enseñarle!”

Tampoco la posición social o econòmica, es un justificativo para fomentar y mantener la servidumbre y la esclavitud. La ciencia nos ha enseñado que la sangre azul tenida como símbolo de nobleza, es sangre contaminada.

El hombre que vive en sociedad, sòlo goza de una libertad absoluta: ¡La libertad de pensar! Con el pensamiento, el hombre tiene una libertad sin lìmites. Se le puede contener su manifestaciòn, mas no borrar sus convicciones. Ejemplo: Hay un joven demòcrata que durante una dictadura es detenido por hablar mal del gobierno. Lo torturan y lo hacen dar vivas, y hasta escribir vivas a favor del dictador, pero al hacerlo, por dentro està pensando:
¡Que se muera esa desgraciado!
Podràn, con la tortura, hacerlo renegar de su convicción polìtica, pero por dentro està pensando: ¡Soy y siempre serè demòcrata!
Al salir de la càrcel, por conservación se abstendrà y no emitirà màs opiniones, pero con el pensamiento seguirà en la oposición al gobierno.
El hombre, ùnicamente es responsable de su pensamiento ante Dios.

Tampoco se puede reprimir la libertad de conciencia. Todo atentado contra la libertad de conciencia y de pensamiento, es sòlo hacer hipócritas. ¡Nada màs! La seña de la civilización y del progreso es la libertad.

El hombre tiene el libre albedrìo de sus actos, pero ante Dios es responsable de ellos. No es que Dios, como muchos pretenden, anda detràs de sus criaturas, dicièndoles lo que tienen o no tienen que hacer. La inteligencia ha sido concedida al hombre para que èl mismo haga poco a poco, juicio de sus actos.
Por eso, ante Dios, un mismo delito es màs grave mientras màs desarrollada sea la inteligencia del delincuente. Pero asì como nos deja actuar en libertad, el Creador no anda con contemplaciones cuando actuamos mal. ¿Nos regaña? ¿Nos castiga eternamente? ¿Nos perdona? ¡Nada de eso! Asì como la Ley de Libertad es divina, tambièn lo es la Ley de Causas y Efectos.
La Ley de Causas y Efectos es compensatoria y transitoria, tanto como nosotros queramos que sea.
No es eterna porque al purificarse el espìritu, ya actùa correctamente, se ha moralizado y ya no tiene faltas que expiar. Actùa correctamente y con justicia.

¡Nadie redime a nadie! ¡Ninguna confesiòn o acto de contrición borra nuestras faltas!
El dìa que usted asesine y no haya sido descubierto en ese delito. Salve una vida para compensar la falta. ¿Hizo daño con la lengua? Reponga el daño causado con un beneficio compensativo al perjudicado. ¡Pero no con dinero, por favor! ¿Perjudicò a una mujer? Càsese con ella para compensar el daño causado. ¿Perjudica a su familia? Cambie y hàgalos felices. ¿Por envidia, perjudica a su pròjimo? Trate de ponerse a la altura social, cultural, moral y econòmica que cause su envidia y sacùdase de esa pasìon que denota atraso espiritual.
¡Esas son maneras de compensar sus faltas en esta vida, no moqueando hipócritamente en un confesionario! La absolución que usted pueda recibir, no es una absolución de Dios. Ante Èl, usted sigue endeudado, ¡Recapacite!

El motivo por el cual hay tanta desigualdad en este mundo como la desigualdad de capacitaciòn y todas las desigualdades que de ella derivan, obedece a la natural, por lo tanto divina Ley de Libertad.
Dios no interfiere en nuestro progreso. Nosotros somos los conductores de ese progreso y somos dueños de estancarlo y quedarnos estacionados en nuestro progreso espiritual el
tiempo que queramos. Sòlo nosotros vamos a ser los perjudicados.

El motivo por el cual hay tantas personas que sufren, tampoco es capricho de Dios. Los sufrimientos son la consecuencia de expiaciones porque dàndonos Dios la libertad de actuar, nos sometemos a la Ley de Causas y Efectos, no por actuar libremente sino por actuar libertinamente.


Pròximo escrito en este mismo tema: VIRTUD, VICIO Y PASIÒN.