Hoy me regalaron una senda insultada "a la inglesa". Bien merecida por cierto y no vale la pena negarlo. En ningún instante me levantó la voz, y no hubieron tampoco palabras soeces; todo fue un asunto de acomodar los acentos en las palabras indicadas. Pero lo que mas dolió fue esa amable sonrisa en la cara del tipo mientras hablaba. Lo cual viene a confirmar mi teoría, que todo se puede expresar sin hacer enemigos por eso; hasta el mero insulto se lo tragan si mides bien tus palabras.