Tienes razón.
Casi sentí que el agua salada mojaba mis tobillos mientras acariciaba esos senos justos, esbeltos y perfectos.
Tienes razón.
Casi sentí que el agua salada mojaba mis tobillos mientras acariciaba esos senos justos, esbeltos y perfectos.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.