El perro es un animal. El gato es una persona, y yo siempre prefiero a las personas antes que a los animales. El gato te acompaña, hace lo mismo que haces tú, es tranquilo, pacífico, te contesta con un maullido cuando le hablas, mira la tele contigo, desayuna contigo. Además, no huele al nauseabundo olor de perro, sino que huele a persona (más bien, a la persona que lo haya tenido antes), no tiene cara de tonto con la lengua fuera sino que parece que siempre está pensando y atento.

Yo conozco ambos perros y gatos... y, sin comparación, es mucho mejor un gato que un perro. También dependerá del carácter de la persona. A mí me parece muy pesados los perros de mi hermano, demasiado efusivos (tengo que tener cuidado de que no me pongan las zarpas llenas de barro en los pantalones) y medio lelos. En cambio, cuando llego a casa, viene mi gato a la puerta a darme la bienvenida con un miau, discreto y cantarín... y ya está. Eso haría una persona... y es eso lo que es un gato: una persona.