Si Hablamos de la atracción química mejor pongámoslo en esta forma:

Primero aparece la lujuria, impulsada por la testosterona en ambos hombres y mujeres. Si nuestro interés es correspondido, luego se desencadena el amor romántico con toda su locura, donde nos obsesionamos con el nuevo amor, como resultado de esas sabrosas hormonas, que producen tanto nuestro cerebro como sistema nervioso periférico para mantenernos en trance, tales como son la adrenalina, dopamina y serotonina.

Los sudores en las manos y el rápido latido del corazón es la adrenalina.
Dopamina es el químico responsable de obligarnos a regresar, para continuar consiguiendo más de esa gratificación que nos da el enamoramiento. Dopamina nos hace arrastrarnos, nos vuelve unos adictos que buscan al ser amado.
Los niveles de serotonina en realidad bajan. Eso afecta la manera en que pensamos. Mejor dicho la baja de serotonina no nos permite pensar con claridad, porque nos volvemos irracionales, y nos obsesionamos pensando todo el tiempo en el ser amado.

Todo ese coctel de químicos nos aturde, al punto que idealizamos al ser amado, ya no les vemos sus fallas, porque el amor es ciego, es un estado de locura pasajera que tampoco puede durar toda la vida.

Ese estado hormonal del enamoramiento intenso dura entre 6 meses y tres años. Luego, en los adultos, la relación se tiene que mover a una siguiente fase porque si no, entonces se acaba. En los adolescentes esa primera fase hormonal es más intensa y dura mucho más. Por eso los adolescentes no maduran en la relación que se queda por más tiempo bajo el efecto de los químicos. No lo pueden controlar.

Los adultos entran a la segunda fase hormonal que se caracteriza por ese acercamiento y proximidad que nos dan ese sentimiento de hacerlo a uno sentir contento. Esta etapa de la relación se mantiene gracias a la oxitosina y la vasopresina, que son producidas al tomarse de la mano o bien al hacer el amor. Esas dos hormonas les hacen sentir apegados a la otra persona. Y ya se puede pensar con más racionalidad y abrir bien los ojos como para ver los defectos de la otra persona.

(Este posteo es basado en un artículo por Arthur Arun, un psicólogo Neoyorkino.)

Como conclusión, yo diría que no se casen antes de tres años de tener una pareja. Hay que haberse movido a la segunda etapa hormonal primero.