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Varias veces me ha tocado desenmascarar a mentirosos. Personas que saben que están mintiendo, y que cuando son descubiertas, igual continúan haciéndolo como única posibilidad de disimular el bochorno.
Hay veces que las mentiras son tan grandes y son tan documentadamente desmentidas, que la única salida que les queda, es mirar para el costado y ponerse a silbar bajito, como tratando de que la cosa se olvide.
Estos bichos dañinos no tienen arreglo, ya que es patológico, y si ellos no se dan cuenta de su enfermedad, uno no los puede llevar amarrado a un psiquiatra. No hay más remedio que descubrirlos cuando mienten, y esperar pacientemente la próxima falacia.
También hay otra especie, que es tanto o más dañina que el mentiroso. El que se larga a opinar sin pensar, ni saber lo que dice. Él todo lo sabe, por lo que opina los disparates más grandes, pero con una labia y un auto convencimiento de sus patrañas, que hasta consigue sus fans y todo.
En una empresa que trabajé, recuerdo que había dos de estos especímenes. Cansado de esto, un día el Gerente llamó todo el personal a su cargo, y les dio al mentiroso y al sabelotodo una hoja de papel de fotocopia. Les pidió que la doblaran al medio, luego otra vez al medio, y otra, y otra, hasta que no pudieran más hacerlo.
Consiguieron doblarla 7 veces y con alguna dificultad. Ahí el gerente les preguntó: Supongamos que ustedes hubieran conseguido doblar 20 veces la hoja, ¿de que altura más o menos quedaría?
Rápidos como la luz, uno dijo que aproximadamente quedaría de la altura de una cuarta, y el otro de unos 20 centímetros. Ambos cruzaron miradas de satisfacción, al ver que ambas respuestas eran aproximadas.
Si fuera por los dos animalitos, ya hubieran salido por toda la empresa a decir al que le prestara oídos, que el papel doblado 20 veces….
Pero, el gerente les pidió que fueran a un lugar tranquilo, donde tuvieran acceso a una calculadora, y con calma hicieran bien las cuentas, que el resto de los empleados y él, aguardarían la respuesta definitiva.
Ninguno de los dos volvió (porque la cobardía también es algo que caracteriza a estas lacras) pero mandaron al cadete con la respuesta en un papelito: 90 metros!
Después de esta experiencia, cada vez que habrían la boca para opinar sobre cualquier tema, todos les preguntaban:
¿Con o sin papel doblado?
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