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Tema: de la "carne de tele"...

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  1. #4
    Fecha de Ingreso
    03-enero-2012
    Ubicación
    Lleida (Segrià -Catalunya/UE-)
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    Lightbulb la...

    La primera tele que entró en mi home yo no la ví nunca: Anna me contó que ma iaia, a.c.s., la había regalado cuando yo aún no había cumplido un año de vida a alguien relacionado con el Domund. Y que mon pare, a.c.s. (que, la había comprado después de asegurarse que su padre, si no podía evitarlo, se pronunciaría a favor de tener tele en casa) tragó con que la Marconi que es la primera tele en mi home que recuerdo fuese relegada a una habitación antes de la cocina que hacía así como de office porque amaba a su madre y NO quería hacerla sufrir innecesariamente.

    Yo aprendí pronto CUÁL era la razón del infinito ASCO y el total y absoluto RECHAZO que sentía ma iaia, a.c.s., por la tele.

    ¿Saben?; ella y ma mare, a.c.s., eran, ¡vamos!, la noche y el día (o, el día y la noche) pero como la perfección es patrimonio exclusivo del empireo NO eran, exactamente, el día y la noche (o, la noche y el día) y, SIN duda sin desearlo.., se parecían en MÁS de una cosa.

    Tanto la una como la otra, por ejemplo, habían tardado en quedarse embarazadas (ergo, no se habían quedado embarazadas durante el primer año o, como mucho, los dos primeros años de casadas); es decir, habían pasado ¡por lo que pasaba entonces una mujer a la que le pasaba esto! Claro que ma iaia, a.c.s., cuando ¡supo que estaba embarazada casi dos años después de casada! dedicó la espera a postrarse, mientras pudo, delante de TODOS los altares que visitó y a bordar mil cosas para, estaba segura.., su hijo varón SIN quejarse ni una vez del, al parecer, HORRIBLE embarazo que tuvo.

    Ma mare, a.c.s., en cambio NO se cortaba un ápice de, preferiblemente en mi presencia, proclamar ante quien la quisiera escuchar que ella la nit de noces ya se hubiera fugado, que la forma como la trataba su suegra cambió levemente sólo por conveniencia y que fué, precisamente, mientras soportaba aquella mierda de preñez cuando conoció a quien, con el tiempo, convirtió en su segundo marido.

    Sí, otra semejanza: las dos estuvieron a punto de morir en partos que hoy día suenan, ¡Cristo crucificado!, tan insufriblemente interminables como ESPELUZNANTES. Y las dos afrontaron aquel, para un hombre, incalificable, inimaginable TRAGO con una sincera y convencida promesa de RECOMPENSA.

    Ma iaia, a.c.s., le había hecho jurar a mon iaio, a.c.s., ante su confesor que, aunque ella muriese para dárselo, su -NUNCA lo dudó- hijo varón NO crecería en el camp sino en la ciutat. Anna recordaba, conmovida hasta el tartamudeo, que había sido la única vez que había visto llorar a mon iaio, a.c.s, besándole a ma iaia, a.c.s., las manos rendido, allanado de emoción.

    Ma mare, a.c.s., NO pidió nada. Sólo aullaba, insultaba... El pre-parto fué ESPANTOSO. Pero, había pedido. Y, todo quisqui lo sabía. Ma iaia, a.c.s., pues, dijo en público que su hijo le compraría esa tele de que tanto hablaba ella tras el nacimiento de -¡TAMPOCO lo dudó JAMÁS!- su nieto varón. Ya entonces, pues -no hacía ni medio año que habían empezado las emisiones de TVE-, ma iaia, a.c.s., SÓLO tragó con la tele porque se hallaba contra las cuerdas.

    ¡Claro!; cuando ma mare, a.c.s., volvió a lo que ella siempre llamó "casa de la vella" tenía una tele a los pies de su cama de la que su suegra le informó cuánto había costado, que no sabía cuánto gastaba de luz y que, sea como sea, no la pusiera cuando en la habitación estuviera su nieto. Pero, según ella decía.., ma mare, a.c.s., ya tenía decidido HUIR y, durante los poquitos meses que aún durmió allí, tenía otras cosas en la cabeza y pasó total de la tele.

    ¡Oh, sí!; siempre he pensado que el hecho que ni los hermanos tuviesen tele fué DEFINITIVO para que yo fuese matriculado en el internado donde fuí matriculado.

    Así que, en puridad, yo ni zorra de la tele hasta que hasta los salesianos consideraron era imposible educar comme il faut en el siglo sin que los educados viesen con sus propios ojos que el polvo de la tierra se paseaba sobre el polvo de la luna. 1969, por tanto, fué el año en que entró en el internado la tele; aunque yo ya no estaba allí cuando, finalmente, fué situada en un lugar de acceso libre para los internos.

    Creo que el factor desencadenante de la entrada de la Marconi fué cuando Anna comentó que un empleado del taller de mon pare, a.c.s., se había comparado una tele a plazos... NO lo comentó delante de ma iaia, a.c.s.; pero, ¡en aquella Manresa se sabía todo!

    Sea como sea, damas y caballeros, ma iaia, a.c.s., ¡hasta hizo oídos sordos a que uno que pagaba su hijo tuviese más que ella y eso lo supiesen quienes se sentaban al lado de ella en su banco de misa de doce!; y, nadie sabe contra qué hubiese llegado a ser capaz de parapetarse porque, confabulados todos para dar carpetazo a la cuestión, mon pare, a.c.s., se permitió regalarle a Anna la tele y ésta dijo que NO le cabía en su habitación.

    Yo (¡había muchas damas como ma iaia, a.c.s.!; ¿no lo sabían?) no capté lo EXTRAÑO que era que la tele no estuviese en el salón o incluso en el comedor hasta que salí del internado: ma mare, a.c.s., por ejemplo, la tenía en el lugar de honor de su apabullante y modernísimo salón-comedor. Pero yo, entonces, le decía a ma mare, a.c.s., que, aunque me gustaba que ella tuviera la tele menos restringuida para mí, creía, en el fondo, que ma iaia, a.c.s., tenía razón cuando decía que tener tele en casa, bueno.., ¡pero, tener que verla cuando se come o cuando se está con invitados! Ma mare, a.c.s., incluso en su lecho de muerte, SIEMPRE apostilló mis a veces abiertamente críticas a veces sólo paternalmente condescendientes muestras de CUÁNTO, en definitiva, debía la personalidad de su hijo a su suegra exigiendo la tele abierta y tronando que el personal, silabeaba con extremo gusto.., "normal" era con la tele como ella ¡y no como yo!

    Ya en el instituto, damas y caballeros, el boom televisual exigió de ma iaia, a.c.s., un cambio: yo tuve un horario para poder sentarme con Anna ¡y, con ella! en el así como office; y, se allanó a que su marido y su hijo (NUNCA excesivamente teleadictos; ni siquiera especialmente aficionados) miraran la tele cuando quisieran; pero, ni siquiera cuando murió ella mon iaio, a.c.s., puso la tele en el comedor.

    ¿QUÉ hubiese pensado ella de la tele actual?

    ¡NO puedo ni imaginármelo, mes amis/es!

    Ya hacía tiempo que había muerto cuando Anna me comentó que, aunque era en el fondo la mejor persona que había conocido en su vida, ma iaia, a.c.s., era, si le daban motivos, rencorosa... Vamos..; que, cuando su confesor le hablaba de dogmáticas exigencias de perdón, a ella no le temblaba un ápice la voz recordándole arrodillada que NADA que en este valle de lágrimas se le pudiese llegar a decir le haría dudar JAMÁS que el auténtico, verdadero, justo y perfecto PERDÓN era patrimonio exclusivo del empireo y no de quien, como ella, era no más que pasto de los gusanos de la tierra.

    Muchísimas veces, me dijo Anna, ésta -se tenían genuina confianza- le dijo a ma iaia, a.c.s., que, ¡por favor!, ya estaba bien. ¡Si tenía la tele, al menos, en el salón hasta el arcipreste! Ella ¡NO podía salirle a Anna en privado con zarandajas sobre la elegancia y la clase..! y, aunque intentaba evadirse, ¡Anna era muy suya!

    Anna, llorando a lágrima viva, me comentó que, ¡cada vez más empequeñecida!, cabezeaba, suplicante y desvalida, y, sin osar mirarla face to face, musitaba hirviendo de desbocado rubor y temblorosa zozobra que "ella", si hubiese podido, habría puesto la tele en el salón y no la habría dejado salir a ella del así como office; y, ¡Dios!, ¿CÓMO habría salido su nieto sin ella para guardarle de "ella"? Anna entonces, amorosa, compasiva, solidaria, la abrazaba, le decía que ¡una casa de señores con la tele en el salón!, ¿no veía que hacía broma?, ¿qué le hacían al Jaumet de postre para la cena?, ¿eh?

    Ma iaia, a.c.s., dejó escrito en su testamento que Anna debía tener un lugar cerca de ella en el panteón de los Ponts donde tocaba enterrarla a ella; y, si había que desplazar a alguien, oigan.., se desplazaba. Allí está, sí.

    Ma mare, a.c.s., se parecía en otra cosa a ma iaia, a.c.s.: cuando personal e intransferiblemente consideraba era justo hacerlo, mes amis/es, era fría y conscientemente IMPLACABLE. Por ejemplo: más de diez y más de veinte veces me recuerdo levantándome mirando sus ojos ¡encima burlones! después de, sabiendo que sabía yo no lo creía.., soltarme que quizá ma iaia, a.c.s., y Anna se llevaban TAN bien y se comprendían y se apoyaban TANTO porque eran.., eran.., ¡bolleras, damas y caballeros!

    NO: nunca la frenó mi escándalo y decirle a las claras que se quedaba en escándalo y no devenía en definitiva y radical indignación porque ella era mi madre y yo era su hijo; ni siquiera que quien, además de yo, ¡le hubiese escuchado tal! supiera ella NO pensaba otra cosa que ella hablaba así por lo que hablaba así ¡y, no porque fuese siquiera imaginable que..!

    ¡NO! Cosas ¡así! JAMÁS se las escuché yo a ma iaia, a.c.s., refiriéndose a ma mare, a.c.s.; pero, no tuve que crecer mucho para enterarme que yo era el ÚNICO.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 15-ene.-2012 a las 05:55

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