Habíamos dejado, ¿recuerdan?, al alma que nació RECORDANDO ante el trono que ya era suyo maquinando su siempre ansiada vendetta...

Porque..; ¡NADIE le discutiría el trono!, ¿CÓMO imaginarse tal cosa?, ¡Él era a quien todos QUERÍAN, a quien todos RESPETABAN, a quien todos AMABAN!

¡Oh, sí!; mientras, cojeando por la gota, se acercaba, embelesado, a aquel trono ¡gozaba como un poseso imaginando las TORTURAS que haría a sus propios hijos, los sacrilegios que perpetraría en los templos, el VICIO y la CORRUPCIÓN que declararía lex! Era TAL su alegría, su contento, su felicidad que, ¡aunque creía flotar como una pluma en un triunfo olímpico!, no acertó a acordarse (¡esos principios de Alzheimer tan y tan traicioneros!) del ESCALÓN en el trono.

Y, como no veía de cerca.., como, además, había helado la noche anterior y el sol estaba justo saliendo tímidamente.., ¡ay, damas y caballeros!, TROPEZÓ.

Se medio desnucó..; NO murió, no..; pero, quedó en estado como que catatónico. 

Sí: el alma, creyéndose el colmo de lo astuto.., había pedido -y, obtenido- de las alturas una vida sobradamente centenaria para GOZAR a espuertas de su vendetta..; y, por tanto, durante casi veinticinco años más, procesiones infinitas de personas que habían crecido con sus enseñanzas, vivido en la prosperidad y la armoniosa convivencia basada en toda su ecuánime y bondadosa jurisprudencia y que, por todo ello, le admiraban, respetaban y AMABAN se acercaban al palacio donde su mesías sabían descansaba vivo pero muerto en su lecho rodeado de fieles que continuamente mantenían en perfecto estado su cuerpo inmóvil.

¡Oh, no..!

No, no, no..; el alma NUNCA, hasta que las alturas juzgaron habían cumplido su parte del trato y la llamaron para que les contara sus, digamos.., impresiones de la experiencia, dejó de OÍR a su alrededor a todas aquellas personas que por ahí estaban... Oía, pues, perfectamente cuán BUEN recuerdo tenían de sus palabras y obras, cuánto RESPETABAN todo lo que había hecho, cuánto EJEMPLO tomaban de su periplo por este valle de lágrimas... Oyó, por tanto, la declaración solemne que, a partir de entonces, el calendario se cambiaría para que fuese el día de su nacimiento el alfa de la Historia; que, a partir de entonces, se darían gracias a las alturas en templos dedicados a su memoria y la religión recibiría su nombre; y, que, a partir de entonces, TODOS los libros, TODAS las costumbres, TODOS los VALORES de la humanidad civilizada serían SUS libros, SUS costumbres y SUS valores.

NADA hubiese podido replicar el alma que nació RECORDANDO ante el clamoroso amén que coronó aquella declaración..; porque -insisto en el, mon Dieu!, HORRIPILANTE dato...-, no conservó el habla sino sólo el oído aquella alma.

Sólo, ¡Virgen Santísima!, el oído.

SÍ: oía, como que enloquecida de risa ya.., el continuo e inacabable, entusiasta, entregado, CONVENCIDO “¡amén!, ¡amén!, ¡amén!” y, en su mudez absoluta, SOLA, sola, sola, pues ya ni siquiera se reconocía, aquella alma a quien las alturas habían concedido un deseo de tantas y tantos, gritaba, ¡totalmente CONVENCIDA!, gritaba, ¡SEGURA de tener razón!, gritaba:

-“¡Ridículos/as imbéciles ignorantes!, ¡CÓMO los/as he engañado!

Y, no: el Alzheimer, esas cosas de la juguetonas alturas.., no había borrado su amargura...

Mais...

¡SÍ saber si se le escuchaba o no o si era ya importante que fuera así o no!

Esas cosas, ya digo.., de las juguetonas alturas...

NO nos dijo más el señor Rosal, a.c.s.; y, estoy convencido que no le cabía duda alguna en tanto en cuanto había hecho lo suficiente y más para que, ¡no solamente no ignoráramos que los VALORES, mes amis/es, NO dependen de las circunstancias o de la oportunidad!, sino que podíamos creer o en que los designios de Dios Nuestro Señor eran inescrutables o en que, al fin y al cabo, como decía el gran, el insigne, el inconmensurable maestro -en gujarati- મોહનદાસ કરમચંદ ગાંધી {en devanâgarî, damas y caballeros, es मोहनदास करमचंद गांधी -ergo, "Mohandas Karamchand Gandhi"-}, “el aceite siempre, sea como sea, acaba sobresaliendo del agua”, pero, en fin.., que mientras, por un camino o por otro, COMPRENDIÉRAMOS...

Estoy total y absolutamente convencido que no le cabía duda alguna, I repeat.

Yo, damas y caballeros, debo decirles con absoluta franqueza, ¡no sólo que NO creo poder añadir ni una sílaba más a lo que consideraba suficiente mi recordadísimo profesor!, sino que NO creo en absoluto que se pueda explicar mejor.

Siempre, en cualquier caso, a su disposición, mes amis/es.

Jaume de Ponts i Mateu