¿Había alguna razón documentada para todo aquello?

Ciertamente NO, mes amis/es: aún los trascendentales trabajos del magistral famosísimo médico bonaerense eran, en puridad, DESCONOCIDOS y sólo quienes gustaban de recrearse en classiques podían sospechar que el maestro משה בן מימון‎ o موسى بن ميمون {sí: el que algunos poco duchos en el exigible conocimiento del nombre de los demás osan llamar (sic) "Maimónides"} de algo real hablaba cuando prescribía que si una madre tenía hijos con problemas de sangrado y ella se volvía a casar NINGUNO de sus nuevos descendientes varones debería ser circuncidado.

Mais..; ¡ah, la simple sospecha, el ínfimo comentario, el mínimo rumor en los salons de la sangre azul!

Y, a nadie había convencido que algunos nobles se sabía que incondicionales borbónicos aseguraran incluso jurando por su salvación eterna que el heredero de Su Majestad Católica había conocido a la que hizo su esposa en un balneario y de holidays..; pues, era público y notorio que el señor Sampedro, megacreso indiano pero más plebeyo que una escoba del servicio, había comido el coco a su hija (poco enamorada de uno que sangraba hasta parpadeando) OBNUBILADO por la posibilidad de ser ¡consuegro del Trono! pasando tope que su hija hubiese conocido a su augusto novio en una muy elitista y super-exclusiva clínica suiza especializada en enfermedades sanguíneas crónicas cuando, como las señoritas de buena casa de entonces, se dedicaba con sus amiguitas a visitar a los enfermos.

Y, acababa de pasar lo del augusto benjamín... Sí: sin duda había habido un accidente (¡ay, aquel inesperado ciclista!); pero, el coche sólo tenía un pequeño rasguño y su augusta hermana, que iba a su lado, estaba tan campante. Además, damas y caballeros, mucha sangre azul con pocas obligaciones suele entretenerse escuchando las cosas de las que habla el servicio... Y, las cosas del servicio, entre el servicio de la sangre azul, VUELAN de palacio en palacio, de país en país... NADIE ignoraba, pues, en los augustos salons que las criadas del château del conde Ladislaus Hoyos en la austríaca Pörtschach am Wörthersee se las vieron y se las desearon para encontrar TAN rápidamente todas las toallas que se precisaron cuando el augusto infante, sorpresivamente, empezó a SANGRAR y SANGRAR...

Por tanto..; se invitaba a sus augustas hijas, sí..; pero, NO se le ocultó a Su Majestad Católica que NINGUNO de los augustos hijos de Sus Reales Primos de la sangre azul estaba a su disposición.

¡Aquello fué..!; ¡Virgen Santísima!; Su Majestad Católica, augustamente discreto, se llevó a la tumba ¡CÓMO vivió él todo aquello! Aquellos apartes en los salons mirando cortés pero de soslayo a sus augustas hijas..; aquellos imprevistos ineludibles viajes de tal o cual porfirogeneta parecería interesado por sus augustas hijas..; aquel NO sacarle nunca la conversación de la hipotética boda de sus augustas hijas... ¿Puédese imaginar más COLOSAL sorda BRUTALIDAD?

Y, ¡ay, la servidumbre de la sangre azul!, a la vista del publique.

Pasto, está claro, para fantasmas y trepas.

El fantasma al caso fué el arrolladoramente guapo hijo de la yankee cien por cien {hija de Charles Arthur Moore, "el MÁS rico de Connecticut"} que, para que no le faltara nada.., había llegado a cuarta princesa de Civitella-Cesi y a ser tenida en cuenta como la dama con más amantes de Italia. Se propuso él como objetivo ser yerno real y, ¡era un EXPERTO en seducción de párvulas!, S.A.R. Doña Beatriz-Isabel-Federica-Alfonsa-Eugenia-Cristina-Mª Teresa-Bienvenida-Ladislaa de Borbón y Battenberg era, en eso y en todo, una párvula. Para Su Majestad Católica.., ¡imagínense lo que fué verse en la tesitura de tener que tragar con el hijo de un público cornudo, cuñado de un tenista y primo hermano de una que hacía teatro -y que, con el tiempo, sería la madre de la justamente premiadísima Glen Close; dicho sea de paso, sí-!, ¡y, eso que no podía adivinar que le convertiría en abuelo de un sidoso y bisabuelo de ese incalificable que sale en la tele haciendo que le llamen "conde Lecquio"! Pero, supo que tenía que apurar el cáliz cuando ¡los primeros que le felicitaron por el buen partido que se llevaba su augusta hija eran Sus Reales Primos europeos!

El trepa tardó algo más (los fantasmas están más seguros de sí mismos que los trepas)..; pero, apareció. Tenía pasta, sí (su madre era la única heredera de la riquísima Cinzano -la del vermouth, bien sûr-); pero, ya tenía edad suficiente para saber que, a fin de cuentas, seguía siendo NADA ante el más insignificante noble titulado. Petit à petit, pues, ermpezó a hacer favores a la nobilitas, a cortejar al Trono (sobre todo, evidentemente, con generosos regalos y diligentes servicios)... Le llevó su tiempo, sí..; la nobilitas y el Trono saben MUCHO de trepas. Le dió tiempo, por tanto, de casarse, tener hijos... y, hasta de enviudar. Y, entonces..; et voilà!; ahí estaba S.A.R. Doña Mª Cristina-Teresa-Alejandra-María de Guadalupe-María de la Concepción-Ildefonsa-Victoria-Eugenia de Borbón y Battenberg; que, entonces, a sus casi treinta años, ¡vivía en un palpito de devenir en solterona! Fué, en consecuencia, fácil. Su Majestad Católica estaba, prácticamente, a las puertas de la muerte..; y, en realidad, ¿QUÉ podía hacer? No más enterarse, damas y caballeros, el Re italiano, ¡su augusto anfitrión!, le hizo llegar su FELICITACIÓN por el novio logrado para su augusta hija así como la generosa donación del título de conde para él ya que, según tenía entendido.., se trataba de alguien NO titulado.

¡Estamos en otros tiempos, por supuesto..!; y, ¿quizá no han tenido en cuenta las augustas hijas de nuestro felizmente reinante soberano matrimoniar dentro del círculo de la sangre azul?

Qui lo sà!, ¿verdad?

Quizá el rumor que dice que el augusto heredero belga tuvo una MUY seria conversación con sus augustos padres y, finalmente, decidió NO seguir con el cortejo de la augusta hija menor de nuestro felizmente reinante soberano sea.., ¿sólo un rumor?

Lo de la hemofilia de los augustos hermanos de las augustas infantas de la Casa de Borbón citadas, entonces, también lo era.

Siempre, en cualquier caso, a su disposición, mes amis/es.

Jaume de Ponts i Mateu