¡por una avioneta de mierda!

[Jaume de Ponts i Mateu]

esa nueva diosa (...), "Libertad", tiene apóstoles que la pregonan...

Tiene, ya veo.., muy poco trato olímpico. Ras i curt: Libertas tiene templos desde el alfa de los tiempos (el más espléndido el del Aventinus mons) y TODOS los imperators post-neronianos le dedicaron monedas. Pero, ciertamente.., hay que ir con MUCHÍSIMO cuidado con sus auto-denominados "apóstoles" {recuerde el trágicamente lúcido axioma de madame Jeanne Marie, Manon, Phlipon, vicomtesse Roland de la Platière -ergo, "Ô Liberté, que de crimes on commet en ton nom!"-}.

¡extrañas teorías!; la masa.., ¡concienciándose!

NADIE podrá negar CUÁN peligrosa es la aventura ni podría a priori precisar CUÁNTOS efectos secundarios NADA deseables puede comportar..; pero, con independencia de lo que nos pida el cuerpo, es una OBLIGACIÓN moral derivada de un dogma de fe para los/as católicos/as embarcarse en intentarlo (ya sabe.., aquello de "enseñar al que NO sabe").

Catalunya (...): Clío la tiene entre las mejores de sus aventuras...

Es lógico y natural. NO se precisa haber tenido trato alguno con la divina musa para saberlo: es OBVIO para cualquiera que sepa leer y haya leído Historia del orbe.

llevaba los nombres de Romulo por el fundador de Roma, y de Augusto por el del princeps...

EXACTO. Fué cosa de su ambicioso, ridículamente pretencioso pero, ¡desde luego!, NADA imprudente padre (por cierto..; le felicito por su grafía al caso: muchos ignorantes ¡osan acentuar las palabras y los nombres latinos!)... Lo de "Augustulo" es un diminutivo peyorativo que NADIE se habría atrevido a decir face to face a NADIE que contase y que sólo se osó poner negro sobre blanco más de MIL años después.

pensó que debería comenzar una etapa nueva, y arrinconó al imperator concediéndole una pensión de por vida...

No, no, no... Él NO pensó nada de eso. Él, simplemente, se acercó la imperial sandalia a los labios para, plenamente consciente, SOMETERSE al Trono Imperial. Y, ¡no concedió pensión ninguna! Él, tras su acto de SUMISIÓN, hizo lo que todos los capos que, antes de él, habían mandado con imperators TÍTERES: dejar CLARO que, si no se le tosía, TODO seguía IGUAL. Y, que si se le tosía, simplemente el imperator moriría de repente y habría que escoger OTRO imperator. En resumen: él no pensó nada nuevo, no hizo nada nuevo y no esperaba nada nuevo. Lo distinto, lo nuevo, lo insólito (TANTO que NADIE paró cuenta de ello entonces) fué lo que hizo el padre del ATERRORIZADO adolescente Romulo Augusto, Augustulo. En lugar de plegarse (y, por tanto, correr el peligro de que, áun sin intención por su parte, se le tomase como capo de la siempre presente oposición al que manda) o intentar rebelarse (la experiencia le probaba que sería el primero que triunfaría) sujetó su angustia y, resuelto, salió de su refugio napolitano de Castellum Lucullanum, se dirigió a la Ciudad Eterna, se postró allanadísimo ante el bárbaro y le habló, ¡ay!, de la pésima salud de su imperial hijo y de la necesidad que él y toda su family se trasladasen MUY lejos de la populosa y, por ello, siempre insalubre Ciudad Eterna ya que, ¡como era el imperator!, su salud era preciosa y había que cuidarla al máximo. El bárbaro, SOCARRÓN en una sorpresa que no le desagradaba, lamentó que tal cosa no pudiera hacerse dado que era, precisamente, el imperator quien tenía el sello imperial para rubricar las leyes que SÓLO eran válidas con la firma en tinta púrpura del imperator in person y los estandartes imperiales delante de los cuales SÓLO podía estar el imperator en las públicas fiestas cívicas. El padre, cuya oportunísima lucidez NUNCA ha sido bien valorada ni estudiada, recordó entonces al bárbaro que, en realidad, SEGUÍA habiendo imperator porque, en definitiva, el summa imperii era UNO. ¿Alguien pretendía decretar, acaso, lo contrario? ¿Alguien pretendía cambiar alguna ley de las vigentes? ¿Alguien pretendía cuestionar al imperator? La salud de éste era PRECIOSA para el summa imperii y garantía de PAZ con el OTRO imperator... ¡Por supuesto!; el bárbaro era bárbaro (¡JAMÁS llegó a captar lo que había significado su forma de, sí, SOMETERSE!) pero NO gilipollas; y, ¡habiendo conseguido los TESOROS romanos!, no se los iba a jugar de forma TAN arriesgada como sería tocarle las narices al todopoderoso amo de la Nueva Roma; y, además, algún perro le deslizaría al oído que, aunque Romulo Augusto fuese llamado imperator por los romanos, NO lo era por la corte constantinopolitana (que, tenían por imperator occidental a OTRO que, encima, vivía y seguía proclamando que era él -ergo, Flavius Iulius Nepos- y no otro el imperator)... Ayudó a su decisión, ¡evidentemente!, que el prudentemente eficaz padre del imperator adolescente, ante el fulgor de interés que supo apreciar en la bárbara faz empezaban a tener sus palabras, hiciera un gesto perentorio a un esclavo que puso ipso facto a las bárbaras plantas estandartes y sello imperiales indicando que, ya que NADA iba a cambiar, SIN duda en manos de tan magnífico señor estarían más seguras que en el campo. SÍ: el bárbaro permitió que el padre, su hijo y TODA su family cargasen hasta los topes sus carros de TODOS sus tesoros, comprasen TODOS los esclavos que quisieran comprar y se trasladasen, así lo aseguraron.., a la MÁS lejana y perdida de sus posesiones en los limes imperiales, allí donde ni se sabía lo que pasaba en la Ciudad Eterna. Y, desde el día en que salieron de las puertas de la imperial ciudad, NADIE más volvió a saber de ellos. Ni Clío. Ya le digo que está, injustamente, MUY poco estudiada y menos valorada la lúcida y en extremo estimable prudencia del padre de quien la condescendiente traditio que NO documento ninguno dice que murió tranquilamente en su lecho después de una vida placida, discreta y cómoda... ¿El bárbaro? El bárbaro, my dear, ¡necesitaba un imperator!; pero, alguien le recordaría que, en definitiva, ¡ya lo tenía! Mandó, pues, sello y estandartes imperiales a la Nueva Roma con la pertinente REPETICIÓN de su, proclamaba su mensaje.., allanadísima SUMISIÓN y su humildísima oferta de convertirse en DELEGADO imperial en la Ciudad Eterna. El silencio administrativo lo interpretó como recibo y Santas Pascuas. Murió sin que JAMÁS hubiese hecho decir una sola palabra en público al pueblo que no llevase el encabezamiento de "por orden del emperador, el señor de Italia..."; y, NADA de lo que hizo decir a posteriori cambió NINGUNA de las leyes vigentes a priori. Sí, claro: contaba con que cada vez había más analfabetos, con que quienes sabían leer con SEGURIDAD no se atreverían a pedirle la "orden del emperador" y con que, ¡ay!, cada vez se pasaba más de, digamos.., política ¡porque, lo ÚNICO importante ya era SOBREVIVIR! Pero, eso tampoco era nada nuevo. Antes que el bárbaro había habido otros bárbaros que habían hecho, exactamente, lo mismo. Lo nuevo se supo DESPUÉS, muchísimo DESPUÉS. Cuando algún erudito, entestado en encontrar un momento temporal concreto para fijar el final de la llamada Edad Antigua, acertó a estudiar las formas de SUMISIÓN al teórico imperator de turno de aquellos capos bárbaros que se CEBARON en el caput mundi del IV y el V..; y, et voilà!

Siempre, en cualquier caso, a su disposición.

Jaume de Ponts i Mateu