La más dulce esclavitud
Hoy despertó nuevamente esa escritora que vive dentro de mí. Siempre mandona, siempre exigente, a veces cursi y soñadora, otras criticona y sarcástica... No sé cuándo me cae peor. Ella es la culpable de que muchas noches haya salido de la cama corriendo con una idea súbita aún colgando de mis sesos. Es culpable también de que siempre tenga que andar con papel y lápiz, cual si de un medicamento vital se tratase. Y eso por que odio las grabadoras. Jamás escuché una voz más espantosa y distorsionada en una grabación.
Lo cierto es que esta señora nunca me ha dejado en paz, ni siquiera en el baño. Vive en mí como un parásito, como un percebe pegado eternamente a una embarcación. Y cuando se apodera de mí... soy otra! Siento que puedo aprisionar el mundo entre mis manos, que puedo estar en todas partes a la vez. Soy gaviota, soy princesa, soy mártir, dictadora, esclava, cortesana, amante y juez del entero planeta. Me codea con los grandes, me ha sentado a la mesa de los mejores, me ha nombrado colega de los más admirados pensadores. Ahí, desde el calor de mi almohada, ella me guía hacia lugares jamás imaginados. Me impulsa, me obliga y soy incapaz de detener su fuerza arrolladora. Me arrastra hacia un abismo de éxtasis indescriptible, me convierte en el ente más optimista, más dulce, más humanitario pero también el más severo e imparcial...
Ella me obliga a escribir, a escribir sin siquiera detenerme a pensar. Por que las letras brotan como manantiales de mis dedos a una velocidad inenarrable y ni siquiera yo tengo el derecho de mirar lo escrito hasta que esté concluído. Es un vicio alucinante, que provoca emociones inimaginables. Una vez se adueña de ms sentidos, se vuelve una prioridad. Se detiene el tiempo. No hay lugar para el hambre, el cansancio, no hay lugar para nadie más. Como si fuera poco, esta dama obtiene grandes beneficios de mi tristeza. En mis días negros y funestos, el arte brota de mí sin el menor esfuerzo y de la manera más sublime e impresionante posible. Masoquista de mí!
Pero bueno, ya me he acostumbrado a estas interrupciones. Cuando mejor me cae "mi doble", es a la hora de cantarle sus verdades a alguien. Una carta mía es más difícil de digerir que un buche de ajenjo. En palabras finas le digo a cualquiera todo lo que se merece. Si la persona no tiene muchas neuronas, incluso puede pensar hasta que la estoy elogiando. Qué ventaja! Ahí sí que 'mi gemela' y yo nos regodeamos juntas!
Dejando atrás ahora el plano humorístico, debo reconocer que Dios me ha bendecido. Las letras son mi pasión desde la cuna. Esta incesante y abrupta necesidad de expresar por escrito historias, situaciones, anécdotas, protestas, pensamientos, poemas, novelas y cuentos es algo que va más allá de lo que un ser humano podría obtener por sí mismo. Es un don maravilloso de Dios. Ahora les dejo, pues la ansiedad por desarrollar mi nueva idea me es urgente...
Erase una vez...
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