Hombre tras hombre cae herido por las ráfagas de balas enemigas.
Todos eran mis amigos, hombres que partieron de sus casas dejando a sus familias y novias atrás...

No lloro por ver perdida mi causa, sé que mi grito nadie podrá hacer callar…
El rugir de los cañones, me dice que nadie de los de mi tierra a casa han de volver... solo te pido una cosa, que nunca dejes de creer...

A mi lado descansan mis amigos, todos dieron sus vidas por luchar, llenáronse de gloria sus armas, defendiendo a sangre y fuego, la tierra patria que nos vio nacer.

Yo estoy mal herido, ya pronto mi vida he de perder... ¿y quien dice que mi causa fue en vano?, si al enemigo hice retroceder, y a pesar de no ganar esta guerra, a los barbaros una advertencia de miedo y muerte con mi armas les di yo…

Una pesada bruma a caído sobre nosotros…

Ya no veo los cuerpos de mis amigos caídos, sollozos gritos y llantos aun escucho de entre la neblina, pero ya nada puedo hacer yo...

Todo se a silenciado, los trompetas del enemigo han dejado de insultar; siento que me invade una calma, la misma que sentía cuando mi madre cantaba, la dulce canción de mi tierra natal…

Perderé el vigor en mis miembros, pero mi ideal sigue en pie. De mantener vivo el fuego libertador, mis hermanos e hijos se han de encargar… Los barbaros podrán torturarnos, humillarnos y de más, pero nuestro grito, portador de justicia libertad, los muy sordos no podrán hacer callar…

Veo una dama acercarse, viene cantando una nana, la de mi tierra natal, la misma que cantaba mi madre, nunca la podre olvidar.
¿Si esa es la muerte, quién tiene miedo a morir?

Siento mi vida esfumarse, las mortales armas ya no puedo sujetar, miro como me ciega ese brillo, la luz de la divina verdad...