LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO

Se cuenta que cuando el monje español fray Aguilar envió la planta de cacao al Monasterio de Piedra para que sus compañeros lo dieran a conocer, al principio no gustó por ser demasiado amargo.

Con posteriodad unas monjas del convento de Guajaca se les ocurrió agregarle azúcar al preparado de cacao, ese nuevo producto causó furor, primero en España y luego en toda Europa.

El pueblo discutía acerca de cuál era la mejor forma de tomarlo, espeso o claro. Se implantaron dos formas de tomar el chocolate, espeso y muy cargado de cacao ( a la española) y más claro y diluido en leche ( a la francesa)

Al final ganaron los que se inclinaron por el chocolate cargado, por lo que la expresión las cosas claras y el chocolate espeso se popularizó en el sentido de llamar a las cosas por su nombre.