El truco de los familiares diseminados

Este es un truco para ayudarnos a amar al prójimo. Se trata de una especie de visualización que elimina barreras de tipo psicológico que siempre tenemos con las personas desconocidas.

Consiste en realizar un ejercicio de imaginación: imaginemos a nuestros seres queridos, escojamos aquellos que sean especialmente queridos: quizá padre, madre, hermanos, mujer, marido, hijos, abuelos, amigos íntimos... Y ahora imaginamos que viene un ángel y nos somete a un experimento, algo parecido a la famosa película "Qué bello es vivir", en la cual un ángel le muestra al protagonista cómo sería todo si él no hubiera nacido, para que comprenda su propia importancia. En nuestro experimento imaginario, a estos seres queridos se les va a borrar la memoria durante un año, y se les va a suplantar los recuerdos por otros correspondientes a vidas diferentes, a historias diferentes. Ellos no se van a dar cuenta de nada, van a creer que son otras personas.



Por ejemplo, uno de nuestros seres queridos va a ser un anciano que está solo en una residencia o enfermo en un hospital. Nosotros le seguimos viendo con la misma cara con que conocemos a esta persona tan querida, pero él ahora está preso en esa vida, en esas circunstancias tan diferentes. Otro de nuestros seres queridos es un pobre que pide en la calle. A otro le va a tocar en suerte una persona que nos caiga mal, por ejemplo un determinado compañero de trabajo o de estudios, un vecino, un familiar político que nos cuesta soportar, o hasta un enemigo que nos ha hecho mucho daño y que incluso nos sigue haciendo... Pero ahora nuestro ser querido está secuestrado dentro de ese papel durante un año, actuando como se supone que esa persona cargante debe actuar, sin embargo sabemos que es nuestro ser querido y le vemos la cara. Estarían como hipnotizados, por decirlo de alguna forma.



Es posible que en nuestro juego decidiéramos ayudar a estos seres queridos, estos amigos, hermanos, padres, madres, etc que están en esa situación, aunque no nos reconozcan de nada e interpreten papeles y circunstancias muy diferentes a lo normal. Nosotros sabemos que son ellos y les ayudamos, les sonreímos, les perdonamos lo que de malo les haya tocado hacer en ese papel adoptado por necesidad... Ya no nos son indiferentes sino que nos importan mucho, les amamos, aun con ese rol de persona extraña y ajena, o de persona cargante e insoportable, o de enemigo que nos odia.



Es un experimento que no es real, evidentemente, porque nuestros seres queridos están en el papel que han estado siempre. Pero por un momento habremos experimentado lo que sentiríamos si quisiéramos de verdad a estas personas extrañas o difíciles, lo que deben sentir quizá hacia ellos sus seres queridos particulares -que a lo mejor no tienen ninguno porque han muerto todos-. Si Dios nos concediera abrirnos al conocimiento exacto de esas personas como Él las conoce, sentiríamos hacia ellos lo mismo que acabamos de sentir, sentiríamos lo mismo que la madre de cada uno de ellos, porque el conocimiento es amor.



Ahora ya ha terminado el experimento. Ahora esas personas extrañas siguen con la cara que tenían, ya no se parecen a nuestros familiares. Por un momento les hemos amado. ¿Será posible actuar hacia ellos como si sintiéramos lo que podríamos sentir?