Dentro mío veo que se extiende
un valle donde solo habitan
demonios que, excitados gritan
viendo como de mi se desprende,

un rayo de luz que comprende
que mis caminos no lo necesitan
mientras mi alma y corazón vomitan
la ciencia que solo mi ser entiende.

Moriré a la penumbra sujeto,
desdeñando dolido a la laborada
y cuando la tumba pida mi esqueleto,

reflejado en los ojos de la nada
me veré, manso, entregado, quieto,
sabiendo a la tormenta apaciguada.