¿Qué busco entre las noches muertas por el paso del tiempo?
¿A los recuerdos que viajan a la penumbra,
prevalecen un rato y se extinguen como las flores?

No se que buscan mis ojos ante lo vivido,
que se desesperan, lloran y se apagan
como el Sol en los crepúsculos estivales.
No se cual es su amor por los pretéritos momentos
que descansan en los sepulcros del olvido,
enraizados en la tierra del camposanto.

Las lágrimas reflejan la luz de las estrellas lejanas,
mientras las manos pretenden atrapar imágenes ilusorias.
El corazón se engaña con historias avejentadas
y la paz se vuelve tormenta enredada en las palabras.

Ahora, mi mente de doblegada cordura
y mi mirada, esquiva a lo actual,
añoran, con ese deseo de viejo presidiario
adormecerse entre las caricias de la muerte incierta.

Debo permanecer constreñido en el fango
como pedrusco enlamado y estéril,
mientras mis ojos se acostumbran
a mirar el cielo oscuro de mis días presentes.
Camina el tiempo, mi mente calla.


Parzival.