En cuanto a la religiosidad, encuentro anodino el debate de si se cree o no en un Dios, en tres o más, ni si tiene cuatro manos, panza abultada, es barbado o lampiño, mora en el espacio o en el Olimpo. Esas son necedades infantiles. Es irrelevante. Objeto de nuestro interés deben ser las consecuencias prácticas, además del contenido y el significado de los dogmas, lo que barrunta en cuanto a la psicología de las masas. En este sentido, lo primero que podemos notar es que el atecisimo es en verdad una evolución del cristianismo, hijo suyo. En efecto, es continuador de sus dogmas: Preserva las doctrinas del igualitarismo, del amor, de la felicidad, de la verdad única y de la compasión, que se creen valores universales. Estos postulados son dogmas de fe en sentido estricto. Incorpora eso sí, nuevos dogmas e ideales, como el del progreso.