El amor no se acaba en un día, se acaba en quince días! Justamente hace 15 días que mi amada ha cambiado radicalmente su actitud para conmigo. Después de que todo marchaba bien, me ha dicho: "tengo dudas de lo nuestro" y justamente ayer, 23 de diciembre, me ha hecho saber que no me quiere más e inmediatamente se ha ido a platicar con su ex novio, con aquel que según ella "le faltaba el respeto". Con aquel contra el que yo no competía porque "yo le gustaba por cómo era, porque la respetaba como mujer y la hacía sentir como tal". Al iniciar la relación me dijo: "mis pilares para una buena relación son la lealtad, la comunicación y el respeto", y aún así, ayer me he enterado que me cambió por otro!

La amistad es lo que me ha unido desde siempre a su familia. Sus hermanos son mis hermanos y sus padres los míos. Ayer, 23 de diciembre, ha fallecido, por culpa de un maldito cáncer terminal, su padre. Yo, estando en mi oficina, he salido apenas supe la noticia. Viajé los 300 km habituales, pero esta vez no por ni para ella, sino por y para la familia. Quería apoyarles en esos momentos tan difíciles al haber perdido a un ser amado.

He llegado destrozado por lo pesado del viaje, pero principalmente por saber que encontraría inerte dentro de una caja a un gran hombre y hundida en el dolor a una gran familia. Además de eso, encontré que la mujer a quién le entregué mi corazón, ya no me ama y me ha cambiado. Deseaba que la tierra me tragara o que el viento me llevara, era tanto el dolor!

Conforme avanzó la noche, sus hermanos, mis hermanos, me hicieron ver que me apoyaban en este momento de dolor mutuo. Uno me dijo: "te agradezco que esté dándonos apoyo cuanto tú mismo lo necesitas porque sé cuánto amas a mi hermana y sé lo que ha hecho". Cuánta razón" pensé. Y me mordí los labios y la lengua para no derramar esas lágrimas que de por sí hacía rato querían asomar.

Así transcurrió la noche: insomnio, tristeza, sollozos... Al amanecer: ver el ataud, saber que el cuerpo sigue ahí y que se acerca la hora de su funeral. Luego, cargar la caja con "mis hermanos", subirla al vehículo... Oir a mi novia, mi ex novia perdón, sollozar ante la última partida de su padre me partió el corazón! Y más dolor me causó ver brazos ajenos, voces ajenas consolándola, deseaba que esas voces y esos brazos fueran los míos. Una lágrima, dos... luego aprieto los dientes, tal como estuve haciendo toda la noche, y me abstengo de llorar.

Fue impresionante la cantidad de vehículos y personas que desfilaron rumbo al cementerio! Eso me hacía querer llorar más al ver cuán amado era ese hombre que hoy despedíamos. Al llegar al panteón: cargar la caja nuevamente, abrir la ventanilla, ver a sus hijos destrozados dándole su último y definitivo "adiós".

Nuevamente me descubrí mordiendo mis labios. Las gafas oscuras ayudan a esconder las lágrimas furtivas, pero decidí que no quería esconderlas. Veo el ataud y deseo llorar, la veo a ella y deseo llorar, veo gente extraña consolándola y lo deseo con más afán. De pronto me veo abrazado a uno de sus hermanos! El dolor es tanto y nuevamente aprieto mis dientes, muerdo mis labios.

El cepelio termina, he soportado tanto que ahora no logro ni decir palabra. Deseo llorar por el deceso de un gran hombre, deseo llorar porque los hermanos y la madre de la chica que amo me aprecian y comprenden mi situación, deseo llorar porque me he apropiado del dolor de esa familia que por circunstancias de la vida también ha pasado a ser "mi familia", deseo llorar porque la deseo, deseo llorar porque quiero (debería?) ser yo quien la consuele!

De pronto, otra vez mis dientes, fuertes los de arriba contra los de abajo!

Llega mi despedida, después del funeral, ellos a su casa y yo a la mía. A ella se le nota muy mal, no se percata de mi (aunque estuviera en mejor estado no creo que se hubiera percatado, o peor aún, me hubiera evadido). Al ver esto, no lo soporto, se me escapan varias lágrimas acompañadas de sollozos, y de pronto me estoy despidiendo de su madre, se le ve tan tranquila: una mirada, un abrazo, ninguna palabra. Su madre comprende mi dolor ante la pérdida del viejo y de mi amada a la misma vez!

A sus hermanos tan siquiera les pude ver a la cara, se apoderó de mi el llanto! "No llores por ella, no valen tus lágrimas" me dicen. Mas no se dan cuenta que no sólo lloro por ella, que lloro por todos, por ellos mismos, por el padre fallecido, por la madre agradecida, por ese pueblo que he decidido no volver a visitar por lo pronto, lloro por mi tristeza, por la tristeza de ellos que yo hice mía. A como pude, me despedí.

Ahora devoro los kilómetros de vuelta a casa con una pena que se me hace insoportable...

Por si no se han percatado, escribo en 24 de diciembre. Todo esto sucedió hoy, en víspera de navidad.

Al escribirlo no he podido derramar una sola lágrima, pero reescribiendo para este foro, no he podido aguantar...

El punto blanco en este inmenso agujero negro es que el señor, el padre de mis amigos, mis hermanos, ya no sufre más y nos ha liberado a todos de una carga... carga, valga aclarar, que llevábamos con todo el gusto del mundo...

Nietzscheano.