En los corridos ( Mexicanos) actuales, se enaltece el “noble oficio” del narcotráfico; de la guerra entre capos y compinches, matones a sueldo y otras alimañas de similar calaña, contra las fuerzas federales o estatales; o bien entre similares bandas de malvados. Y ejemplo de esos corridos tenemos “el jefe de jefes”, “pistoleros famosos”, “camelia la texana”, “la banda del carro rojo”, Etc. Etc.
A las alimañas se les adjetiva como valientes, entrones, sin miedo a la muerte. Según ellos con un alto sentido de la lealtad; de un compañerismo a toda prueba capaz de dar la vida por los compinches. Gente que no perdona deslealtades, y castiga con las mas crueles muertes a delatores y traidores.
Incluso no se perdonan burlas ni desafíos “vengan de quien vengan”. Y en aras de tan estúpidos axiomas han ejecutado a gente como Paco Stanley (showman de T.V.), Valentín Elizalde (compositor y cantante). Así como a innumerables periodistas, altos mandos policiacos, y a gente de la política también.
Y esos matones y jefes de ellos se sienten “la divina garza”, cuando en realidad solo son la “gran mierda”. Y como todo lo que escribo, sustento el presente texto con razones y con los hechos ciertos, evidentemente, que enseguida expongo.
En primer lugar “los malos” (llamémosle así, para evitar largas definiciones de le gentuza referida en los párrafos anteriores) se hacen de armamento letal mas potente que el de sus contrincantes directos (todos los cuerpos policiacos). Así, de ese tamaño es su miedo, viles cobardes; y por lo tanto primer premisa ¨del título cumplida
Luego atacan siempre ventajosamente, por sorpresa, con mas armas y en mayor numero de individuos; arteramente y a traición preferentemente (segunda premisa). Toman a sus victimas solos, los someten, atan, amordazan y aíslan; fiel reflejo de su miedo y sentimiento de insignificancia; de su psicosis ante la jerarquía de los rivales. Y para desfogar su miseria, se dan festín de drogas, saña y vileza con los indefensos rehenes. Y la prueba contundente de ello está en cualquier periódico actual del D.F. tales como “la prensa”, “el gráfico” o “metro”; los que dan fe de lo que queda de sus contrincantes.
Entonces ¿cuál valentía?, ¿qué hombría de los susodichos malos?. Ah, y no falta el tiro de gracia de rigor; que mas bien es la puntilla cobarde, porque temen que si alguno de aquellos sobrevive, los victimarios entonces serán las presas; y eso los hace “zurrar de miedo”.
Según se dice, los malos se dan de balazos con cualquiera; disque para ello cargan sus escuadras y cuernos de chivo (modismos mexicanos para pistolas calibre 45 y rifles ak47, respectivamente). Y en realidad pagan sicarios, mercenarios que toman su lugar en las balaceras, a cambio de dólares. Y esos mercenarios “tan valientes como sus amos”, solo se dedican a cazar por la espalda a sus víctimas; y luego huyen como cucarachas ante la mano exterminadora. Poco hombres los jefes y los siervos; tercer premisa cumplida.
Los malos siempre se esconden, pagan por que alguien mas mate por ellos, negocie por ellos; secuestre y custodio por ellos. Cobardes hasta para asumir sus propios “actos valientes”. Mandan a sus negociadores a cobrar rescates, jamás revelan su identidad. Usan autos robados, documentos falsos o usurpados. Cambian de nido de ratas según el delirio persecutorio con que amanezcan.
Y el colmo de todo: esas ratas cobardes exigen idolatría. Quieren que se les cante como a héroes; que se les adore como a dioses terrenales. ¡pobres imbéciles!. Creen que con el régimen de terror que hacen sembrar son ya dueños del mundo.
Pues bien, ya expuse la verdad sobre ellos, los malos. ¿Quién hará un corrido con sustento en esta verdad?. Quien haga uno, hará gala de verdadera hombría. Aunque dudo que haya quien haga uso de tal virtud. En tanto, dejo aquí escrito un nombre de alguien en verdad valiente. Y lo escribo con letras que deberían ser de oro con zafiros. Perennes y a la vista de todos, para la ignominia de los cobardes viles, plaga de ratas. El nombre de alguien que si es “muy hombre”: Isabel Miranda de Wallace; una mujer a quien admiro con intensidad, y de quien envidio su valentía y su valía; y de quien ya he escrito antes y lo haré de nuevo muy pronto. Con nombres como ese, todas las ratas y cucarachas de aquellos corridos tiemblan y sudan, se orinan de miedo.